sábado, 15 de enero de 2011

Del libro "Cartas a Lucrecia"

CARTAS A LUCRECIA

PRÓLOGO
JESÚS PABLO GUILLAMON, ama y siente la poesía, diciendo de ella, que es la búsqueda de la verdad y la esencia de las cosas.
Así lo siente y lo expresa en sus versos íntimos, de singular belleza, en cada recodo de su andadura soñadora, donde, vivencias y recuerdos suenan en musical sintonía.
De su voz queda y profunda, la palabra cálida y amable, siempre amiga. De su inspirada pluma andariega, brotes de sublime sencillez y regueros de ternura y esperanza; entre riscos de aventuras, penas y alegrías.
Evocaciones de añoranza y cantos a la vida y a la naturaleza en sus libros de poemas: “Diario de un atardecer”, “Del Tiempo y la palabra”, “Luz para volver”, “Diálogos R” y “Canciones para después”.
Quienes hemos recibido el regalo de su grata lectura, quedamos prendidos, como en una entrañable tela de araña, atrapados por la palabra que dice y ama, que canta y recuerda, que sueña y no descansa.
Como el agua de la fuente que no cesa, bulliciosa y cantarina, hoy nos llega nuevamente el néctar de su fina pluma.
Esta vez es un magnífico libro epistolar en prosa, “Cartas a Lucrecia”; en el que entremezcla, ¡como no!, alguno de sus Poemas. Si bien todo el suena a prosa poética. Aquí el autor se cartea con una supuesta familiar que tiene en CUBA ; no tan imaginaria, pues él mismo es de ascendencia cubana. A ella le interroga en sus cartas para que le cuente cosas de aquella idílica isla, y profundice en sus raíces cubanas. Al mismo tiempo, le abre su corazón y le cuenta con sinceridad sus ideas. Su pensamiento sobre todo lo divino y lo humano. Sus avatares por la vida. Su amor por la verdad, por la poesía, por el arte, por las vibraciones de toda alma humana.
También especula sobre su fe tambaleante en Dios y en el ser humano; pero a la que se aferra como único asidero indispensable, que a la vez es intangible. Mejor será que leáis este libro tan novedoso, que ya es el sexto de su fecunda e imprescindible obra literaria.
Alberto Sevilla Albarracín. (Poeta y Escritor)


INTRODUCCIÓN
LUCRECIA es un nombre figurado. La protagonista objeto de estas cartas, no se llama así. ¿Quien fue realmente Lucrecia? Sus noticias me llegaron por tradición oral. Era algo así como sobrina de mi bisabuela. Conocida como “abuelita Lucrecia”, parece que fue persona interesante. Deja en su descendencia personajes importantes; entre, otros un famoso director de cine, y hasta un supuesto inventor al que se le adjudicó el descubrimiento del “movimiento continuo”. En fin, como sentía curiosidad por ella, le he puesto su nombre al personaje objeto de mis cartas. La “Lucrecia’’ interpuesta, vive a miles de Kilómetros de aquí, allende los mares, concretamente en CUBA. Al igual que con la otra, tengo un parentesco lejano. Algo así como descendiente de una sobrina de mi abuelo materno. Lo cierto es que descendemos de un tronco común. !Que interesante estos lazos corridos de sangre entre personas tan distantes en el tiempo y en el espacio!. Nunca mejor aplicado lo de ¡que pequeño es el mundo!.
Por ocurrencia del destino, me han llegado noticias de “Lucrecia” desde Cuba. Nació, al igual que mi abuelo, en un pueblecito llamado “La Esperanza”, ¡que nombre tan sugerente!, provincia de Santa Clara, en el interior de la isla. Un amigo viajero ha indagado y ya no vive allí. Me ha traído su dirección en la Habana vieja: calle de los Guindos número seis. En la planta primera de una hermosa casa heredada; hoy deteriorada por el abandono reinante. A esta dirección me dispongo a escribirle mi primera carta. La suerte está echada.


A mis queridos nietos/as, de nuevo
aumentados: Abril inolvidable recuerdo
Adriana, Laura, Jorge Raúl, Sofía,Daniela
y Helena Victoria.Con mi cariño tan
aumentado, que ya no cabe en estas páginas.


CARTAS A LUCRECIA

Carta 1 ª
Mi estimada y aún desconocida Lucrecia:
Dirás que quién soy y porqué te escribo. Procuraré aclararme, pues aunque no sabía de tu existencia concreta, la intuía. Te tenía “in mente” desde que cuando era niño, veía en un cofre, fotos antiguas de la familia cubana; yo las repasaba. En una de ellas estaba, la que supongo tu bisabuela que era hermana de mi abuelo, sentada en un jardín, rodeada de niñas, solo niñas. Una de ellas debía ser tu abuela, prima hermana por tanto de mi madre. Así siguiendo, tu madre sería prima segunda mía, y tú serías prima tercera de mis hijos. como ves, unas gotas de sangre común llevamos. Un amigo que ha estado ahí, ha hecho de detective, te pido perdón por ello, y algo se de ti de y de tu familia. Ya no vives en Santa Clara, donde nacieron nuestros antepasados, sino en la Habana. Pero como no quiero entrometerme en tu vida sin tu permiso, esperaré tu contestación para rogarte me cuentes cuanto sepas de mis raíces cubanas.
MI segundo apellido te sonará, aunque tu ya no lo lleves. Mientras tanto, y para aliviarte un poco del susto que hayas llevado al abrir esta carta; te hablo del significado de la fecha en que te escribo.
Hoy es domingo 23 de marzo de 2008. Pascua de Resurrección en España. Aquí aún se celebra la resurrección de Cristo. Supongo que al igual que ahí; aunque habéis pasado tantos años sin práctica religiosa, o fue más bien persecución?.
En esta mi primera carta, con mis pequeñas artes literarias, te narro como he vivido yo alegóricamente la resurrección de Cristo. También al ser una reflexión personal, podría servirte para conocerme un poco.
Lo que te cuento, podría parecerte una representación teatral, pues la imagino en diversos actos; pero no en el fondo. La resurrección, aunque no haya pruebas, es una cosa muy seria. Estoy de acuerdo con mi medio tocayo S. Pablo -cuyo nombre también te sonará- cuando dice: “Si Cristo no ha resucitado, vana es nuestra fe”.
Por cierto, las primeras en llegar a comprobarlo fueron dos mujeres, Maria Magdalena y la otra María. Las mujeres siempre se adelantan, sois mas valientes y avispadas. Ellos, aquellos hombres que siempre andaban con EL , cuando llegaba la hora de la verdad; o lo negaban o se escondían. Pero dejémoslo ahí. Te cuento como he vivido yo la experiencia de este día histórico para el mundo cristiano. ¿Tu crees que resucitó?.
SI , SEGÚN PARECE.
Es amanecida de domingo. Abro la ventana, una luz refulgente y distinta, ilumina la estancia. Oigo cánticos de alabanza y de honor: Hosanna, hosanna, los penitentes han hecho leña de los olivos para proclamar la paz. Los chavales hacen estallar sus petardos en las aceras como signo de alegría. El olor de azahar que cae como lluvia penitencial al suelo, invade con fuerza el espacio, inunda los sentidos. Los altivos claveles y los humildes geranios dando escolta a la pureza de las azucenas, se asoman por balcones y ventanas y explotan de un rojo feliz. Las rosas son mas rosas y mas bellas. El aire se vuelve duende. Es el estallido sin par de la primavera murciana. Probablemente, una de las mas hermosas primaveras del mundo.
PERO HACE TAN SOLO UNAS HORAS.
Apenas un día. Cristo estaba muerto. Había desaparecido. Lo busqué por las esquinas. Pero solo eran estatuas barrocas arreboladas de flores.
Él, entretanto, había bajado a los abismos, a las cavernas misteriosas de la nada, a la noche inabarcable de los tiempos. Estaba en el oficio de tinieblas.
Entonces, si Cristo no está, si El es la nada, que haré yo?, me preguntaba,
sin su aliento y esperanza?
Perdido el norte, vagaré sin sentido por sendas empinadas, me adentraré en las sombras del camino, o se atará mi corazón al tronco de un olivo para no ser arrastrado y diluido por el viento de la confusión.
O NO. TOMO EL CAMINO DEL HUERTO ARIMATEO.
Allí, buscaré con ansiedad en el sepulcro vacío. Repasaré con denuedo las vendas y el sudario esparcidos por el suelo. Y si encontrara alguna prueba de la verdad?
Pero antes que yo, han llegado unas mujeres y han salido corriendo. Mas yo me quedo por si acaso. Aunque nadie me oiga, clamaré entre los almendros florecidos: No está!, no está!.
Pero mi corazón late con fuerza. El aroma de los cipreses del huerto me inunda el pecho. El rumor del viento en los olivos, canturrea una plegaria de paz. Los sarmientos de la vid rebrotan. Me dicen que está vivo.
Que hacer?. Desorientado, me siento sobre la losa corrida del sepulcro a esperar una nueva amanecida.
EH AQUÍ, QUE ES EL AMANECER
del décimosegundo domingo del año MMVIII de la era cristiana. Estando yo aguardando su salida. Oteando a todas partes por si oía algún ruido, me quedé distraído, escrutando la inmensa bóveda del cielo estrellado; me rozó la cara un viento tranquilo. Pasó por mi lado y no lo reconocí. Resucitó? Me dije.
Después de este cuento fantástico. De un relato esencial hecho fábula; supongo, Lucrecia, que seguirás teniendo dudas, como yo las tengo. Por eso me sorprendo y me lo pregunto. Pero sigo mirando a todas partes por si me lo encuentro. Pues a veces, creo verlo, aunque sea de lejos, en algunas personas y lugares. No te pasa a tí?
Hace poco, me pareció verlo junto a unos inmigrantes que rebuscaban restos de comida en la basura de un contenedor, pues se iluminó de un blanco inmaculado, la cazadora de uno de ellos.
Una noche, doblaba una esquina con una manta para arropar a un anciano que tiritaba de frió en un portal. Ayer, cuando fui de compras, me pareció verlo acompañando a una mujer con una pierna herida, que, pide limosna en la puerta del supermercado. También creí verlo en la televisión, con vendas y agua oxigenada, curando a los heridos de la guerra en Darfur, o en Ruanda, en Gongo o en Sudan, en las crueles e innumerables guerras de África que la televisión nos brinda a diario en crudas imágenes. Incluso me ha parecido verlo cercano a mi, en momentos de tremenda soledad. Quizá solo es una sombra, pero su sombra también acompaña.
A tenor de esto, Lucrecia, te cuento una anécdota turbadora:
Una vez, siendo niño, acompañé a mi abuela a pasar unos días en una finca que tenía cercana al pueblo. Estando allí nos sorprendió una tormenta y salió la rambla, dejándonos varios días incomunicados. -La rambla era un caudal violento de agua que cuando llovía con fuerza, bajaba de los montes y lo inundaba todo-. En esas circunstancias, avistando la riada desde lo alto del monte donde se ubicaba la casa; apareció de improviso un hombre que acercándose a nosotros, nos preguntó, si atravesando los montes próximos, llegaría a un pueblecito llamado Ulea, hacia donde se encaminaba. Le dijimos que era dificultoso, pero si conseguía subir el monte, al bajar al otro lado, se encontraría con el pueblo, tras una dura caminata.
Al mismo tiempo, tímidamente, nos pidió algo de comer, pues venía andando desde lejos y necesitaba tomar algo para afrontar lo que aún le esperaba. Nos puso en un aprieto, pues apenas nos quedaba comida. ¡Eran tan escasas y pobres las viandas,! con la incertidumbre añadida sobre cuando podrían reponernos o rescatarnos de la riada, que optamos por no darle nada. No protestó y aceptando con humildad nuestra negativa, se marchó hacia los montes, pues la tarde avanzaba.
Cuando se alejaba, observamos turbados, como su humilde traje raído, se transformaba en una túnica blanca con una luz radiante, como un cuerpo celeste, que se perdía en la oscuridad del camino.
Entonces comprendimos, aturdidos, que aquel pobre caminante era el Cristo menospreciado con quien no quisimos compartir el pan. El poco pan que nos quedaba.
Quizá todo sea fantasía, Lucrecia. Quizá allí, en nuestra soledad y aislamiento, llegamos a alucinar. A mí, en mis pocos años, aquello me pareció real. Por ello desde entonces, a aquel mismo personaje, con un rostro semejante, me parece verlo a veces, en lugares donde hay pobreza, humildad, silencio, soledad. Cuando me acerco, sus rasgos se difuminan, su solidez se me escapa. Y es que la humana torpeza, no siempre distingue entre las sombras la claridad.
No sé, mi apreciada y paciente Lucrecia, si te habré aburrido con mis alucinantes historias, y mi particular versión de la resurrección con que abro esta carta. Como es la primera vez, estoy confuso, no sabía por donde empezar, y por otra parte era el día apropiado. Cuando me contestes, tendrá más argumentos, nos enredaremos y será mas interesante.
Te escribiré una carta cada mes hasta finalizar el año, para llegar al punto relajados, sin dejar de estar intrigados ni agotar nuestra reserva mental. Así es que, por Navidad, daremos por concluida nuestra relación epistolar, a salvo, de que tu desees reiniciarla en algún otro momento. Debo ser discreto.
Espero con ansiedad tu carta. Hasta entonces, te deseo salud.-


Carta . 2 ª
Mi querida y ya no tan desconocida Lucrecia:
He recibido por fin tu carta. ¡Que emoción, que milagro!. No solo existes y estás ahí. Es que además eres maravillosa.
Tu carta, tal como yo intuí, derrocha interés y humanidad a cada paso. Destila dignidad y ternura a partes iguales. Tus palabras me han afianzado en lo que ya suponía. Que unos parientes: magníficos tendría en Cuba. ¡Que dulces sois los cubanos!, Cuanta amenidad! Tu también suponías que alguien tuyo habría por aquí. Aunque tenías difícil saberlo; pues el cubano que emigró a España era mi abuelo materno, y lo hizo hace más de un siglo. Aún no habías nacido. De su descendencia no hay nadie en Cuba. Un hijo suyo, también llamado Pablo, al terminar la guerra civil partió para el exilio, estuvo en Cuba y conoció a sus primos que vivieran entonces, pero no se quedó ahí; sino que vivió muchos años en México, y al final regresó y murió en Madrid. A este personaje que visitó Cuba, le dediqué un poema, que como tanto aprecias la poesía, a lo largo de esta carta te expondré.
Como veo tu ansiedad por saber, te contaré esta pequeña intrahistoria familiar que puede serte interesante y que de algún modo compartimos.
Al leer mi larga carta, en la que a la espera de la tuya, reflexiono o mas bien divágo sobre la resurrección de Cristo; te sugiere y me preguntas que si soy poeta o escritor, por lo que tu consideras una superabundancia de imágenes y palabras, y que te da envidia leerme; pues mira por donde, tú también sientes pasión por la literatura, pero no sabes como expresarlo.
Te diré Lucrecia, que algo hay de eso. Me gusta la escritura en general, y en especial, escribo algo que yo llamo poesía. Apreciarás un cierto estilo poético en mis cartas. Pero de gustarnos la literatura, a ser un auténtico poeta o escritor, que para mi viene a ser lo mismo, puede mediar un abismo.
Te ayudaré en tu afán literario, dentro de mis limitaciones, y te intercalaré algunos poemas para que puedas valorarlo y me lo cuentas. Ahí va, a modo de preludio, un puñado de versos que como te dije, dediqué a Pablo:
EXILIO
Iba en un viejo vapor
que zarpó a la Habana
la mirada clavada en el océano
el pecho abierto a toda esperanza.
Delante, el mar infinito. Tras de sí,
los puentes volados del pasado.
Transitaba la cubierta enmudecido
una percha coronada sobre el agua.
Silbaba a ratos distraído
con los brazos cruzados a la espalda,
una canción lejana.
Como un náufrago en una playa vacía
con los huesos empapados
de gaviota blanca.
Su voz tenía un sabor salado
de anhelos cruzados con nostalgias.
¿Quién le esperaría allí?
en el puerto caribeño, ya ansiado?.
¿Quién le abrazaría al dejar el barco?.
El desea apretar alguna mano
oir su nombre fluir de algunos labios.
Espera que en algún lugar quedara
un rescoldo frío de sus antepasados.
No sé Lucrecia, si escribo bien, pero no me preocupa. Simplemente me gusta escribir. Una pequeña pasión con la que trataré de complacerte.
Me preguntas que si tengo un conocimiento profundo del tema religioso, del que tu también tienes inquietudes. Ya veo que coincidimos en algunas cosas. Como sabes Lucrecia, sobre este tema, como sobre política o fútbol, nadie se pone de acuerdo. Cada cual tiene sus ideas propias. Soy partidario por tanto, de la libertad de ideas o de pensamiento, así como la libertad de expresarlo, sin más condicionante limitativo que el respeto a la libertad de los demás.
Sobre el tema religioso que te comento en la primera carta, la resurrección, es sin duda el hecho que mas me intriga, pues es decisivo para los cristianos, como ya insinuaba San Pablo. Pero todo ello forma parte de mi visión filosófica y nada superficial de la existencia.
Me pregunto, a estas alturas, el porqué de todo. Incluso de algo tan etéreo e impreciso como las ideas religiosas. Tema en el que parece que nadamos en un río caudaloso, contra corriente y con la cabeza flotando sobre una nube. Como ves siempre con la metáfora. Quiero decir que aquí, pegados a la tierra, luchando cada día por la existencia; desdeñamos el misterio religioso, abandonamos nuestra relación con el Creador, mientras la idea de Dios que a pesar de todo nos bulle en la mente, se acerca al cielo a través de las nubes.
Con todas las dudas debidas y por concluir, me quedo con lo más decente que se ha escrito hasta ahora, que supongo estarás de acuerdo, es el evangelio de Cristo; y con la idea agradable, aún si fuera falsa, de que hay un Dios creador de todo que aún siendo omnipotente, es al mismo tiempo un padre misericordioso; como bien expresan estas palabras bíblicas: “A pesar de todo Señor, tu eres nuestro padre. Nosotros somos el barro y tu el alfarero. Todos somos obra de tus manos”. (Isaías 64, 7). ¿No crees tú que esto es mejor que otras ocurrencias?
Hay otras religiones que reflexionan sobre si la existencia es un proceso continuo. Cuando nacemos, no irrumpimos repentinamente de la nada a la vida. Sino que siempre hemos vivido en una vida preterrenal de la que no recordamos nada, pero a la que volveremos como fin último de nuestra existencia, y en la que ocuparemos un lugar, cada cual según sus méritos.
Sobre esta vida anterior y continua se expresa así el poeta Wordswort:
Un sueño y un olvido solo es el nacimiento;
el alma nuestra, la estrella de la vida,
en otra esfera ha sido constituida,
y procede de un lejano firmamento.
No viene el alma en completo olvido
ni de todas las cosas despojada,
pues al salir de Dios, que fue nuestra morada,
con destellos celestiales se ha vestido.”
Esto explicaría en el hombre, su búsqueda de la felicidad, la felicidad ignota que abandona al nacer.
Hace miles de años el Salmista miró hacia el cielo de la noche y se dijo:
Cuando veo tus cielos, obra de tus dedos, la luna, las estrellas, la inmensidad de los astros que formaste, digo: ¿Qué es el hombre, para que tengas de él memoria.?” (Salmos 8, 3-4).
Esta pregunta se la han hecho a través de los siglos los hombres, y en la respuesta se encuentra la clave del hombre en su búsqueda de la felicidad.
Todo esto es tan complejo Lucrecia, o quizá ¡tan simple!, pero el camino para entenderlo se hace tortuoso y quizá de el no sepamos salir.
En el entorno de todas estas cosas, quizá el intrigarse por todo cuanto le rodea y el mundo encierra; sea la razón intrínseca, la sustancia misma del poeta al igual que del filósofo. Esa es la razón por la que a pesar de la experiencia adquirida por los años, o quizá por ello; te sigue sorprendiendo cualquier episodio humano, grande o pequeño, Cualquier dato procesable del mundo o la naturaleza.
Hay quien piensa que transcurrida una parte importante de la vida, no hay lugar ya para la sorpresa. Para la disección poética de cuanto acontece. En el mundo actual, hasta lo mas terrible se convierte en anodino y corriente. ¿Que inspiración puede haber sobre la muerte, si hay matanzas a diario en guerras étnicas, religiosas, disputas territoriales, hediondos terrorismos o por cualquier desacuerdo? Nada merece ya la pena y menos aún, interiorizarlo para aflorar un discurso poético sobre lo observado o lo vivido.
Mas no estoy de acuerdo. Quien así piensa, podrá ser una persona excelente o no, pero a buen seguro que no encerrará dentro un poeta. El desinterés por cuanto sucede a nuestros semejantes o en el ancho mundo, no es rasgo especifico de la poesía. Antes al contrario, pues esta es esencialidad, una cualidad quijotesco-altruista que supera la superficialidad de las cosas. A los ojos de un poeta deben hacerle daño los males del mundo y toda la injusticia.
No sé si a esta esencialidad se refieren estos versos que te cito de Ángel González, uno de los grandes poetas contemporáneos:
Esa música hace daño en el alma
es como polvo de algo indefinible,
de un recuerdo que nunca se ha vivido
de una vaga esperanza irrealizable.
Pero no es solo eso. Es también la tristeza.”
Veo que nos ponemos profundos, literariamente hablando. Quizá la fecha tenga algo que ver. Precisamente hoy se celebra en todo el mundo, el día del Libro, el día de los que nos gusta escribir; y en algunos sitios también de la rosa, y suena bien, pues un libro y una rosa son un compendio de belleza que se complementan.
Se suelen celebrar aquí maratones de lectura. Yo asisto a uno de ellos donde he leído esta suerte de metáfora que te transcribo:
El mundo es como un libro y nuestro afán es leerlo. La vida es una forma de escritura.”
Quizá esto es así para los amantes de los libros. Pero no en general. Te lo dejo para que reflexiones.
Pero me prometí ser discreto y no abrumarte con mis rollos, -llamémosle cariñosamente así-, si bien, como veo que te agradan, tendremos que seguir en ello.
El próximo día trataremos otros temas de tu interés. Uno de ellos tan controvertido como es la política. Aunque ahí, en el régimen que tenéis, al no haber confrontación de ideas, ni alternancia política, la vida debe ser aburrida. Aquí la vida política es bastante más ajetreada.
En todo caso dime si hay algún tipo de censura o vigilancia que haga difícil nuestra comunicación. No sé hasta donde llegan los tentáculos de las dictaduras.
Me despido por ahora, emocionado aún, con tu primera carta entre las manos. Me parece asombroso, Casi no me lo creo.
Recibe un cariñoso saludo y sigue con salud.


Carta 3 ª
Mi admirada Lucrecia:
Digo bien, porque cada vez admiro más tus escritos. Reflejas en ellos una alta preparación y una cultura notable, -sabes todo sobre España y una sabiduría adquirida de la vida, que me hace esperar tus cartas con verdadera ansiedad.
Me dices, hablando de cartas, que te puedo escribir libremente, pues ya no hay control sobre la correspondencia; antes sí lo hubo. Parece que ahora, la dictadura empieza a suavizarse, aunque todavía a años luz de alcanzar una democracia.
A tenor de esto, me dices literalmente; “Aunque ya soy mayor, añoro con ilusión la llegada a Cuba de un sistema democrático que suponga un despliegue de derechos, de progreso y libertades, donde los derechos humanos se pongan por delante de cualquier otro valor. Ansío que Cuba deje de ser un país políticamente raro.”
Así es o debe ser. Yo lo deseo tanto como tú. Me pides por ello que te explique cuanto sepa, pues aquí ya estamos viviendo más de treinta años en democracia.
Comprendo que pese a tu buena formación universitaria, después de cincuenta años de dictadura comunista, -tengo que hacer un esfuerzo para pronunciar esas palabras subrayadas, tan obsoletas como indeseables-. Comprendo digo, que te suene a chino como se vive en una democracia.
Como las cosas no son tan simples y casi nada es lo que parece, empezaré por el principio:
Aquí, como sabes, también hubo una dictadura que no duró cincuenta años como la vuestra y aun sigue, pero sí unos cuarenta.
Como entenderás Lucrecia, no soy un experto en la materia. Mis conocimientos los he sacado de la observación directa de la realidad, del día a día. Por tanto, vaya por delante que mis apreciaciones pueden ser erróneas, inexactas o estar contaminadas por una determinada forma de ser y pensar; y desde luego pueden no ser políticamente correctas como ahora se suele decir. No obstante, como están extraídas de hechos reales y tangibles, me atrevo a exponértelas con todas las prevenciones debidas.
Empezaría por decirte que según mi humilde entender, hay dos tipos de dictadura, como también hay dos tipos de democracia más o menos diferenciados.
La dictadura de izquierda, que es la que padecéis ahí, -corrígeme si me equivoco-, hoy ya trasnochadas y extinción en todo el mundo, aunque hay un cierto repunte en latinoamárica; tienen como obsesión recortar al máximo las libertades tanto indivuales como colectivas. Únicamente se admite la libertad entre comillas a su partido único y su politburó. Sus gobernantes normalmente no elegidos, se aplican a gastarse el dinero en armas para hacerse respetar y mantenerse bien blindados. También construyen algunas infraestructuras, no tanto pensando en los ciudadanos como para que los acorazados puedan trasladarse con facilidad de unos lugares a otros. También se dedican a otras cosas, todo no va a ser malo como planificar bien la sanidad, la educación y los transportes colectivos. Para llevar a cabo sus planes colectivistas someten a la mayoría de la población a una miseria igualitaria y universal. Todos igual de mal, sin, perspectivas de futuro, sin que sea posible alcanzar metas o ambiciones personales. Se consideraría una ofensa que alguien pudiera hacerse rico.
Esto frena permanentemente el desarrollo económico, el progreso y el bienestar de los ciudadanos. Con todo, lo que peor se lleva es la falta de libertad; el sentirte espiado y posiblemente denunciado. Sabido es que todos preferimos pasar hambre, antes que verte maniatado.
Como todo esto resulta asfixiante, antes o después acaban cayendo. Si bien la vuestra está durando un rato. Lógicamente habría muchas cosas más que decir, malas y buenas, pero como ya te advertí, me veo en la necesidad, también por razones de espacio, de hacer esquemas más bien reducidos.
A estas líneas básicas, mas o menos acertadas, podrían asimilarse los llamados regímenes populistas, que sin llegar a ser una dictadura, pero lo parece, pues están basados en la arbitrariedad de un caudillo mesiánico que acierta o no con sus programas y en quien una buena parte del pueblo deposita su confianza. En teoría como hay elecciones podrían despedirlo, pero eso es pura teoría, pues en la práctica ya se encarga él de que eso no suceda; tomando medidas absolutamente antidemocráticas como ,perseguir y aplastar a la oposición hasta dejarla exhausta, para quedarse sin una alternativa real. Algo de esto está sucediendo en alguna concreta democracia occidental; y es el repunte dictatorial a que me refería en latinoamérica.
Hablemos pues, ahora, de la llamada dictadura capitalista o de derecha.
Están más extinguidas aún que las de izquierda, pues son más fáciles de vencer, y a mi entender es muy distinta a la vuestra.
No pone tanto énfasis en eliminar las libertades - que también como en consolidar un estatus para las distintas clases en que se estructura su sociedad. El pobre debe ser pobre y el rico debe ser rico, dicho sea en términos generales, pues si el pobre quiere dejar de serlo, encontrará medios. Todo dependerá de su esfuerzo y de su valía personal. Aunque suele haber igualdad de oportunidades pero en la práctica como sabemos, no todos tienen la misma valía ni las mismas posibilidades. Habrá por tanto, muchos que seguirán siendo pobres o seguirán desamparados por mucho tiempo, generándose bolsas de marginación y pobreza que deberían ser evitables.
Este régimen es más dictatorial en las formas que en el fondo. En el fondo lo que busca es la normalidad de parecerse a un régimen democrático sin serlo. Habrá quien viva en una relativa pobreza, en un relativo bienestar, en una relativa libertad, todos en una mas que relativa seguridad; pues el orden y la paz están garantizados. Lo cierto es que promueve el desarrollo económico y por tanto, si todos o la mayoría trabajan, todos o la mayoría podrán vivir.
En cambio, no abre la puerta o la abre muy poco a las libertades colectivas: Libertades políticas, sindicales, de prensa, de asociación y de los diversos grupos sociales.
Este recorte puede resultar penoso, pues a veces cierra el paso a personas o colectivos dignos que desean realizarse o trabajar honradamente en pro de la sociedad en la que viven; o que tienen legítimas ambiciones políticas, personales o sociales. Al menos así lo veo yo.
Pero la dictadura hace otra lectura, sin duda mas gruesa, de este hecho: cierra el paso a personas o grupos que pretenden vivir del cuento de la política. No trabajar para la sociedad, sino aprovecharse de ella; o lo que es lo mismo, vivir sin trabajar casi toda su vida. Ya se encargarán ellos, los adictos a la dictadura y sus familias, de integrar las clases dirigentes. Quedándose los demás sin poder participar del supuesto botín.
Como ves Lucrecia, todo esto nos aboca a la pregunta que me haces en tu carta, y que por deducción era el fin perseguido: Es la democracia el mejor de los mundos posibles?. Dejando a salvo que la prefiero en todo caso; te diré que sí. Mientras no se elabore algo mejor es lo menos malo de cuanto conocemos. Al ser su entramado mucho mas complejo que las dictaduras, tendremos que dedicar tiempo a hablar de la democracia, para ti tan añorada y para todos tan deseada y deseable.
Se podrían establecer dos variantes de la democracia, o quizá más, según el grado de respeto que se tenga de “todos” los ciudadanos. Siempre según mi humilde opinión que aunque pueda resultar pesado, nunca repetiré lo bastante.
Por simplificar, una es aquella en la que el adversario político es tratado como lo que es, y no como un enemigo a batir con lo que se facilita la alternancia pacífica en el poder de los diversos partidos que la integran; que suelen ser dos o quizá tres, para que el de menor peso político sirva de bisagra entre los dos principales. Nunca es conveniente que haya demasiados partidos. Los dos partidos importantes son de distinto signo ideológico, pero en la práctica al llegar al poder, lo ejercen de forma parecida, de manera que evitan sustos a la población y aventuras arriesgadas o excesivas que perturben la tranquilidad de los ciudadanos. No entraña como sería deseable, que los líderes que se turnan, siempre lo hagan bien, ni que cumplan sus objetivos, pero si que el sustrato básico que une a ambos partidos es la búsqueda del bien común y el mayor bienestar posible de “todos” los ciudadanos.
Llegamos así Lucrecia a la otra variante democrática, a saber: Cuando la lucha legítima de los partidos políticos por el poder se convierte en un duelo a muerte, en el que al adversario político se le ve como un enemigo al que hay que abatir o dejar malherido para que no vuelva a alcanzar el poder, al menos en mucho tiempo.
Esto Lucrecia, no es fantasía, sucede en realidad, con grave quebranto para la sociedad que lo padece. Nunca se sabe el final de esta lucha tan desigual. Suele ocurrir que cuando se ha luchado a muerte, atacando de todas las maneras posibles al adversario, no es para actuar de forma parecida a como él lo haría, como es costumbre en el mundo anglosajón; sino mas bien para actuar de forma radicalmente opuesta, obligando al pueblo a creer en una cosa y en su contraria, llevándole por un camino incierto y no exento de peligros. Ya es peligroso de por sí, tener un interés tan desmedido por alcanzar el poder; tomándolo como una satisfacción personal o de partido, y no como una idea de servicio a los demás que es como lo único que puede considerarse.
También es extraordinariamente peligroso, por lo que tiene de aberrante; que una vez alcanzado el poder, se trate de cambiar, borrar o manipular la historia de un pueblo. La historia es la que es, sucedió lo que sucediera y por el motivo que fuere. Lo normal es asumirla, y llegado el caso estar orgulloso de ella. Tratar de cambiar o falsear la historia es de cobardes que sienten miedo a su pasado.
En un pasaje de El Quijote se lee lo siguiente, que suscribo plenamente: “habiendo y debiendo ser los historiadores puntuales, verdaderos y nada apasionados, y que ni el interés ni el miedo, el rencor ni la afición, no les haga torcer el camino de la verdad; cuya madre es la historia, émula del tiempo, depósito de las acciones, testigo de lo pasado, ejemplo y aviso de lo presente, advertencia de lo porvenir.”
Nos enseña este pasaje que no se puede cambiar la historia sin atropellar la verdad irrefutable de los hechos, y sin cometer injusticia o perversión indeseable. La propia historia se encargará de juzgar y sancionar a sus manipuladores.
Quienes han llegado al poder a toda costa, suelen tener una visión sectaria de la sociedad, y no buscan simple y llanamente el bien común de todos, que es la ineludible obligación de todo político. Algunos se empeñan en resaltar lo que separa a los ciudadanos y no lo que les une. Dividiéndolos en buenos y malos, afines y no afines, atrasados o modernos, progresistas o retrógrados, azules o rojos, incluso etiquetándolos con diversas tonalidades: dentro de un mismo color. Cayendo así en la tentación totalitaria que vimos en el dictador. Como ves Lucrecia, de las dictaduras, seudodictauras o sus intentos, no hay manera de librarse. Todo esto, en el mejor de los casos es decepcionante para los que tenemos o teníamos una visión idílica de la democracia.
Nada de esto sería excesivamente grave, si la sociedad tuviera una cultura política básica y un criterio claro de lo que le conviene. Puesto que cada cierto tiempo tiene la oportunidad de elegir, elegiría en cada momento a quien de verdad se ocupe del interés general y no de otros asuntos. De lo contrario, la democracia puede llegar a funcionar como una dictadura encubierta, con el peligro añadido de que al dictador convencional siempre se está legitimado para derrocarle; mientras al dictador democrático es más complicado.
Me pides que te explique todo con mas profundidad y detalle. Comprendo tu afán por saber dado el pais en que vives; pero no sé Lucrecia, si acertaré en el análisis.
En las democracias modernas, cuyo exceso son las mediáticas, por el poder que tienen los medios en la conformación de un determinado poder; existe un nuevo concepto que define qué es lo políticamente correcto. A saber: No lo que es justo y correcto por si mismo, sino aquello que el partido en el poder decide en cada momento que es lo mejor para el país. Entendiendo por país la mayoría que lo sustenta. Si tú discrepas, puedes verte socialmente reprobado y desde luego, mediáticamente odiado.
Te preguntas. ¿como es posible todo esto en una democracia.? Eso es mas propio de un país como Cuba, donde no podemos discrepar de lo oficialmente correcto, salvo en privado y bajito; pero no me parece honesto bajo el paraguas de las leyes democráticas.
Sin perjuicio de que haya otras Lucrecia, una explicación podría ser esta. Aunque la ley no persiga la discrepancia por si misma, pero socialmente se impone un aro por el que se te invita a pasar.
Ello es posible porque existen grupos de presión mediáticos, de intelectuales, de artistas, ecologistas mesiánicos, jóvenes antisistema, proabortistas, feministas, divorcistas a ultranza, eutanásicos, rupturistas del esquema familiar clásico, libertarios del amor y del sexo en todas sus manifestaciones, okupas, vividores de la política, revanchistas, nacionalistas, independentistas, extremistas religiosos, radicales revolucionarios, y un sinfín de grupos que resulta casi inabarcable.
Todos ellos se presentan con reivindicaciones mas o menos legítimas y mas o menos viables. Si expuestas de manera razonada y razonable, tuvieran alguna viabilidad, antes o después tendrían su salida. Algunas incluso ya están conseguidas.
Lo que no es razonable es que estos colectivos, jaleados por los medios de comunicación afines, se dediquen a tiempo completo y con verdadero fanatismo a defender como si en ello les fuera la vida, a una determinada opción política que supuestamente les ampara. Atendiendo únicamente a oscuros intereses personales, económicos, políticos, o de otro tipo. Todo ello, como si no hubiera vida mas allá de sus ideas.
A la vez, se dedican, también a tiempo completo. A tergiversar la realidad, a vilipendiar, injuriar y perseguir sin piedad a la otra opción política; sin pararse siquiera a pasar por el tamiz de la razón las propuestas que hace a la sociedad, por si fueran dignas de tenerse en cuenta, aunque no coincidan plenamente con sus deseos. Máxime, cuando por principio tampoco los desampara.
Todo esto, Lucrecia, es un sinsentido, una sinrazón y un atropello que se perpetra por supuesto, en nombre de la libertad; sin la cual no sería concebible una democracia.
Pero como dice madame Roland, camino de la guillotina, en la Revolución Francesa: ¡Oh libertad!, cuantos crímenes se cometen en tu nombre!”. O lo que es lo mismo. ¡Cuantos abusos se cometen en nombre de la democracia!. Podría decirse que la democracia permite, que seres aberrantes lleguen a dirigir la sociedad.
Por otra parte, a mi entender, una democracia que pretenda ser duradera, no es la que lo permite todo; incluso la falta de respeto a los principios democráticos y la posibilidad de conculcar sus fundamentos desde dentro hasta derribarla. No veo porqué razón, eso tiene que formar parte de ella. Porqué ha de llevar en sí misma el germen de su propia destrucción.
No deberían tener por tanto, cabida en ella, personas o grupos que pretendan la desintegración de un país, la destrucción de su unidad territorial, o de su unidad de mercado, que pongan en peligro la igualdad de derechos, libertades, deberes y oportunidades. El derecho a usar una lengua común, oficial y universal en la que puedan entenderse todos los ciudadanos; hayan nacido en cualquier lugar o circunstancia. Tampoco deberían ser admitidos en su seno cualquier tipo de extremismos, integrismos, radicalismos, fanatismos, independentismos y no digamos terrorismos, o cualesquiera otros ismos que proliferan y trabajan para destruirla al ampare de su debilidad. Ahora se acostumbra a decir que en eso radica su grandeza. Eso es una tendencia suicida. Lo único que ahí radica es la posibilidad de su desaparición.
Dirás Lucrecia, que más bien soy pesimista sobre el futuro de la democracia. En todo caso un pesimista democrático. Pero, no es eso, no es eso. Aunque todo lo dicho expresa un criterio personal y simplificado de las cosas; ya que es tal la complejidad y el marasmo de la política, que no queda otra que simplificar, y con todo el respeto para otras opiniones, creo sin embargo que mis apreciaciones no están exentas de razón.
Comprendo que la democracia como invento de los seres humanos que la integran, puede caer enferma; pero debe tener previstos el tratamiento y los remedios para sanar de inmediato, pues de lo contrario morirá.
En todo caso Lucrecia, la aspiración del hombre como animal político, es vivir en democracia. Respetar y ser respetado. Amar la libertad. Tanto ahí como aquí, no debemos ni queremos aspirar a otra cosa.
Ahí, porque no la tenéis, y aquí para perfeccionarla y no se asemeje en nada a una dictadura.
Como el tema político es tan complejo, tan controvertido y da tanto de sí; en realidad todo es política, lo retomaremos en otra ocasión si tu lo deseas.
Hasta tanto, recibe un cariñoso abrazo y sigue con salud.


Carta 4 ª
Mi siempre querida Lucrecia:
Como bien me dices en tu última en aclaraciones al tema tratado, la política es uno de los temas mas polémicos y mas irreductibles. Nadie se pone de acuerdo. Incluso a veces llegan a las manos. Cuando no se encuentra el terreno apropiado, las mentes se ofuscan, o el fanatismo se hace presente, es mejor no discutir, aunque se tengan las ideas claras.
No he querido posicionarme de una forma radical y concreta, no por cobardía, sino porque pienso que todo es relativo en esta vida. Si bien unos me convencen mas que otros, nadie me convence del todo. Creo tenerlo claro al respecto.
Aún así -te lo cuento como anécdota-, perdí la amistad con una persona, porque se empeñó en etiquetarme políticamente, y no lo acepté. Yo si podía etiquetarlo a él en la radicalidad y en el extremismo más absurdo, pero no quise ofenderlo. El sin embargo si se atrevió con su impostura. Así se las gastan quienes no aceptan que puede haber otros criterios tan respetables o mas que el suyo.
Sin embargo, nadie me apeará nunca de lo que yo crea que es lo VERDADERO Y LO JUSTO , lo equilibrado, prudente y razonable. He resaltado las dos primeras, porque luchar por la verdad y la justicia, creo ,debe ser la meta insoslayable de todo ser humano.
Comprendo sin embargo lo espinoso del tema. Por eso me ha intrigado siempre la pregunta que le formulo Pilatos a Cristo durante su encuentro: Dime, ¿qué es la verdad?. Jesús guardó silencio pues quizá pensó que si el no era capaz de encontrarla no merecía la pena contestarle. O quizá no quiso comprometer su final; pues de haberle aclarado las cosas, quien sabe si se habría librado de la sentencia, pues Pilatos estaba convencido de su inocencia. Pero en este caso la suerte estaba echada. Ni El quería ya librarse de su destino anunciado desde siglos en las escrituras, ni Pilatos podía hacer ya otra cosa, que atender los gritos de la multitud y entregarlo a la muerte. Es decir, actuar cobardemente. Hoy se diría, actuar de acuerdo con lo políticamente correcto .
Como resumen te diré, que a siglos luz de Pilatos, tanto en el tiempo como en las ideas, mi posicionamiento con respecto a la verdad y a la justicia, no es radical, pero es inamovible. Pues estas dos palabras son insalvables y resumen todo lo esencial del devenir humano.
Como no solo de pan político-religioso vive el hombre, sino de todos los temas que en el mundo han sido; hoy enfocaremos la lente a otros asuntos que nos conciernen.
Te interesas vivamente por todo lo relacionado con mis raíces cubanas, pues pese a que has indagado, hay cosas que aún no sabes. Como la raíz empieza con mi abuelo materno y tengo referencias, te contaré de forma resumida esta pequeña pero extravagante historia.

Finalizaba el siglo XIX. Entre guerras y penurias, España perdía sus últimas colonias (Cuba, Filipinas y Puerto Rico) en el llamado “desastre de Cuba y Filipinas”. Precisamente en Cuba, en un pueblecito llamado “La Esperanza”, provincia de Santa Clara, nació Pablo Enriquez y Benitez, hacia el año 1872.( Todas las fechas son aproximadas).
Siendo joven, como buen patriota y al no poder ir al frente a luchar por la independencia; al parecer por una enfermedad de corazón, se dedicó a organizar expediciones con toda clase de ayuda para los guerrilleros, especialmente medicinas. Alguna facilidad tendría para ello, pues su hermano tenía farmacia y él mismo estudiaba esta carrera en la universidad central de Santa Clara. Alguien lo delató y los militares españoles andaban en su búsqueda. Decidió marcharse y venir a España, pues sabía que tenia unos primos en Murcia. Dándose a la aventura, embarcó en el puerto de La Habana en el vapor “Catalina”, que a punto estuvo de naufragar. Tras un viaje de dos o tres meses, llegó a España por La Coruña hacia 1896.
Según contaba, el agua inundó el barco y les llegó por la cintura. Aunque el era hombre de poca fe, rezó y se agarró con fuerza a una medalla que llevaba al cuello de la Virgen de la Caridad del Cobre, patrona de Cuba, que según él, le salvó la vida. Ya nunca se desprendió de ella.
Pablo fue un joven afortunado. Sus primos murcianos que nacieron en la isla y jugaron con él de pequeños, le recibieron con los brazos abiertos y le ofrecieron sin reservas su hospitalidad. Como ninguno de ellos tuvo descendencia, le nombraron heredero universal de todos sus bienes, legándole un patrimonio muy importante, con casas solariegas en Murcia, Archena y Alguazas.
Como él había recibido sin esfuerzo, y estaba dotado de un corazón generoso, se esforzó en ayudar a los mas débiles y necesitados de su tiempo; a veces con merma de sus intereses o de su salud, un tanto quebradiza, pues pese a venir del trópico nunca le sentó bien nuestro clima.
Sin darse importancia, creó pueblo, pues cedió un enorme campo de olivos de su propiedad, para que la gente humilde se hiciera sus casitas, con su corral para la pequeña granja familiar, etc., El mismo diseñó las calles haciéndolas cruzar en línea recta con trazas de urbanización moderna. Aquello fue el germen de un actual barrio populoso y moderno que da identidad al pueblo.
Junto a su cuñado que era por aquel entonces el alcalde, promovió la construcción del actual cementerio municipal, levantado en el mejor emplazamiento que se conoce.
Colaboró con su ayuda y su interés a la reconstrucción de la iglesia, tras las consecuencias de un terremoto a principios de siglo. Medió y pacificó en todo tipo de conflictos en bien de sus conciudadanos. La lista de sus buenas obras en pro del pueblo que lo acogió con tanto cariño, se haría interminable. Resumo diciendo que fue la persona más querida de su tiempo.
Hace unos años, reunidos en torno a su recuerdo, el Ayuntamiento junto a.la calle que lleva su nombre, le rindió un pequeño homenaje, sencillo como sencillo y noble era él.
Si te cuento esta bonita historia Lucrecia, no es por vanagloria que él no aceptaría. Sino porque sepas que clase de antepasados tuvimos, y como se las gastaba Cuba, enviándonos aquí hace mas de un siglo, a uno de sus hijos. De sus descendientes entre los que me cuento, ninguno hemos sabido ni aproximarnos. Aunque hubo una excepción. Uno de sus hijos, también llamado Pablo, del que te he hablado anteriormente a través de un poema llamado “Exilio”.
Ahora ya sabes algo más de nuestros orígenes. Puedes investigar en Santa Clara y en el cementerio de La Esperanza, donde seguro encontrarás algún dato.
Me insistes en tu carta -en otro orden de cosas-, que te explique mejor como .fué el llamado “milagro político español”, o “transición”. El milagro no fue tan milagroso; pues ni la dictadura anterior fui tan horrible como nos la quieren vender, ni la democracia a la que hemos llegado es tan perfecta. La propia Constitución del 78, deja lagunas y baches, especialmente en su Título VIII , que permiten que auténticos energúmenos se encaramen al poder e intenten hacer un desastre con España. Los hechos actuales me inducen al pesimismo y auguro malos tiempos. De acuerdo con la historia y la cultura de España y el medio natural en el que se desenvuelve, Europa occidental (España es lo mas occidental de Europa) nada de lo que sucede es explicable, ni era esperable en absoluto. ¿Que explicación tiene que España se desgaje de la corriente política y aún económica imperante en el mundo, para ir por libre, sin rumbo fijo y sin saber con claridad hacia dónde se encamina? (aunque está claro que circula en dirección contraria al resto de países). Yo no puedo ver en esto, sino la mano del diablo, identificado por supuesto en personas concretas de carne y hueso. Perdona que acuda de nuevo a argumentes de tipo religioso. La verdad es que no se a qué acudir porque no encuentro ninguna explicación.
En la última carta que cita el evangelio, la carta de San Judas, dirigida a todos los cristianos del mundo antiguo; expone éste, la clase de peligros que les acechan, refiriéndose a la clase de personas que les rodean, y en las que yo veo un retrato bastante parecido a las de ahora: “!Ahí los tenéis!. Son los que contaminan vuestras reuniones, banqueteando desvergonzadamente y campando por sus respetos. Son nubes sin agua arrastradas por el viento; árboles de otoño, pero sin fruto, definitivamente secos. Son olas de un mar embravecido que arrojan la espuma de sus propias desvergüenzas; estrellas fugaces, cuyo eterno destino es la tiniebla sin fondo. Mirad, viene el Señor a desenmascarar a los malvados por todas las acciones criminales que han cometido. !Ahí los tenéis!. Murmuradores, descontentos, libertinos, fanfarrones, falsos y materialistas…”
Dejando a un lado la raíz religiosa del texto que he procurado obviar; circulan por la sociedad española, sobre todo en calidad de dirigentes, personajes que parecen tocados por la mano del diablo, y que quedan más o menos retratos en este texto.
No quiero Lucrecia, prefigurarte ningún tipo de apocalipsis sobre España, ni desanimarte sobre tu posible y por ahora imaginaria democracia; pero si es verdad que acudo a imágenes apocalípticas porque estoy desconcertado con nuestra querida España. Dejemos este paisaje aquí. Tiempo habrá para dibujarle unas montañas azules, con praderas y lagos llenos de esperanza.
Cuando me escribas, cuéntame cosas de tu vida y de los tuyos, incluso de los que ya no están; pues necesitamos beber del pasado, para reafirmarnos en el presente. Aunque no para adivinar el futuro, pues este siempre es una incógnita. Simplemente para conocernos.
Sigo como siempre, esperando con impaciencia tus cartas. Un abrazo para todos. Sigue con salud.


Carta 5 ª
Mi muy cariñosa Lucrecia:
En tu última carta, derrochas cariño y parabienes para mi y mi familia. Parece que nos conocieras desde siempre. Al igual que me pasaba a mi, ya sentías algo por nosotros. Gracias por expresarlo con tanta sinceridad.
Me dices que intercambiemos opiniones sobre nuestra común afición literaria, y me pides consejo sobre ello. No se si sabré dártelo. Veo que te inclinas por la poesía breve y el relato corto. Es una buenísima opción para los que no tenemos grandes ambiciones. Aunque a mí, la poesía si es muy breve, me cuesta algún esfuerzo conseguirla.
Aún siendo poco lo que me has enviado, me atrevo a diagnosticar, que eres una consumada artista de la pluma.
Reproduzco tu narración tan subjetiva y romántica de tus paseos por el malecón habanero:
Con las olas rompiendo a mis pies
contra las piedras desoladas de la escollera
alfombradas de una pátina verde
ese color de embrujo
es el color inefable del caribe
como verde es el color del alma cubana
como verdes son los dedos de la madreselva
que se enreda en la muralla
¡oh la esperanza!....

Guardo estos versos tan becquerianos como un tesoro.
Añoras tener esas vivencias tan soñadoras, junto al mar de la Habana, bajo el viento cálido del trópico; mientras te inspira la belleza de tu patria y sueñas que algún día, alguien te ofrecerá un ramo con las flores rojas de la libertad. ¡Cuanta belleza te rodea!. ¡Que poético encanto!.
Yo también, en la distancia, me he enamorado de Cuba, y he cantado a tu tierra -un poquito también la mía-, en este humilde poema que te dedico con interés:
CUBA
Se ha extraviado una perla
y está triste una concha en el mar
en medio del mar quedó sola
siempre en busca de su libertad.
Eres la reina de las antillas
buque insignia de Colón
al nuevo mundo
la bella isla de mis ancestros
se mece mansamente entre las olas
a ritmo de caña, de salsa y ron.
Dulce flor de té
hermosa Siboney
que en medio del Caribe
emerge altiva su cabeza
siempre de rosas coronada
siempre abierta al mundo
cargando de quimeras las alforjas
de sus pacientes hijos la ancha espalda.
La adoran porque la hicieron patria
como a una mujer hermosa
con una estrella en la frente
y la bandera de la libertad desplegada.
Por ella han guerreado sus hijos
derramando su sangre en mil batallas
dejando abierta una profunda herida
que ni la madre patria puede cerrarla.
Altiva palmera laureada
mirando del mar al firmamento
cobijando presurosa a sus hijos
bajo el .verde intenso de sus palmas.
Campos de té, vergel de flores
bosques de tupidos verdes
horizontes azules, eternos soles
campos de malvas.
Raptada cual dama misteriosa
vagabunda entre sus frondas tropicales
reclama vida y libertad para sus hijos .
en el inmenso manto azul
donde asienta su morada.
Cuba, mil veces cantada y traicionada
cual dama enamorada.
No pierdas, bella y frágil la esperanza.
Es eterna tu belleza
tu fuerza y tu alma.

Ya me dirás Lucrecia, si describo bien tu patria o al menos me aproximo.
Cuando alguien conocido volvía de Cuba, se llegaba a visitar a mi abuelo para contarle, y por halagarlo, le decían una frase tan simple como ilustrativa:”Cuba, Jardín de flores.” Quizá esto resuma mi poema. El se reía por la simpleza y al mismo tiempo se le llenaban los ojos de lágrimas. Es el profundo amor que sentís los cubanos por vuestra patria, y que en cierto modo nos embarga a los españoles, sintiéndola nuestra.
En tu carta anterior, me pides que me plantee, seriamente viajar a Cuba. Sería un viaje inolvidable a los orígenes; pero mis complicados problemas de salud me impiden planteármelo. Ahora ya es tarde. Pero soñar no cuesta nada, y para que comprendas la emoción que sentiría, salvando las distancias; te envió este relato imaginario de un viaje de vuelta a una isla mas cercana e idílica, superconocida en todo el mundo. Me refiero a Mallorca; donde, hace ya muchos años, viví un tiempo. Su recuerdo me aproxima a Cuba.

EL VIAJE DE VUELTA :
Sería el amanecer, cuando el barco de la transmediterránea hacia su entrada en la bocana del puerto, junto a la bahía de PALMA. La luz empezaba a palpitar en el horizonte bellísimo, tras el enjambre de torrecillas góticas que con sus crestas de piedra, erizan la techumbre de la catedral.
Se aceleró mi corazón al contemplar el espectacular fulgor de la bahía, que se adentra furtiva en la ciudad, cuyo perfil delimitan extensos palmerales y pinares, que se abren paso hasta llegar al agua. Magnífico espectáculo las agujas de las torres tocando el cielo, cuando los primeros rayos de sol empiezan a dorar las cúpulas, y a iluminar las crestas de las olas que parecen penachos de fuego.
Es el momento en que bajo la escalerilla del barco y me doy de bruces con la ciudad. Con su paseo marítimo, con las avenidas enrocadas en sus jardines con tan profusa vegetación mediterránea, con su trajín, su olor y su encanto.
Hacia tantos años que no volvía, que sufrí un choque emocional, una sensación extraña, parado bajo los eucaliptus que bordean la amplia avenida que baja al mar. Un viento salino y húmedo subía y ondulaba las hojas que me daban cobijo, a cuya sombra conseguí reponerme.
Por la tarde, volví a recorrer las callejuelas de la ciudad vieja, con sus portones desiertos, buscando respuestas que no iba a encontrar en las piedras de los viejos campanarios. ¿Porqué me fui de aquí, me preguntaba, si no me encontraba en ninguna parte? ¿Que misteriosa fuerza tiraba de mí hacia ningún sitio?. Pero hay cosas que deben guardarse en la trastienda del corazón, donde solo queda una cicatriz que no se ve, solo un amor que brota como azucena en primavera.
Volví a caminar sobre los adoquines grises de sus calles estrechas, hilvanadas de casas señoriales, viejos caserones residencia de payeses ennoblecidos con escudos.
Pisando estos empedrados húmedos que rodean la catedral, recordaba con nostalgia, las tardes que me asomaba a contemplar, desde tan alta atalaya, la mancha azul de la bahía que zalamera, acaricia la ciudad. Controlaba los barcos que incesantemente entran, o salen del puerto rumbo a la península. Allá va mi corazón, pensaba, idealizando la vuelta, añorando el viaje de retorno.
No sabía entonces, que mi vida daría un giro copernicano antes de partir. Ensamblajes del destino. Anocheció, y me detuve en las agujas góticas, cuyas siluetas en la oscuridad de la noche, me hacían desfilar bajo una hilera de mudas farolas que se adentraban en el corazón de aquel barrio, donde el trajín de la lujuria y los excesos, señalaban antaño, la frontera entre el cenagal de lo incierto, lo pantanoso, y la vida decente, o la vida aparente. Hablo de la frontera del barrio proscrito y tan visitado. La Puerta de San Antonio.
Volví, cómo no? al barrio obrero de La Soledad, soledad solo aparente. Barrio pueblerino donde los haya. Con sus casas deslavazadas, repletas de inmigrantes, bares con mesas de plástico en la puerta, y huesos de oliva en las aceras. Barrio con olor a brazos, sudor y a la fuerza poderosa del trabajo. ¡Es Palma tan diversa!
Recorrí las alamedas empinadas que llevan a la plaza Gomila con sus salas de fiesta y diversión, sus lujosos hoteles anclados en las laderas de colinas salpicadas de cactus y plantas tropicales, desde todos ellos se veía el mar.
Lujosas limousines paraban en sus puertas. Ricos atavíos, perlas, frivolidades, mundanidades. Música y fiesta perpetuas para entretener al turista. Aquel Chez-nous idílico, intimista, “espera un poco, un poquito más”.
Yo solo, en medio de aquella vorágine, sentado sobre una roca que ornamentaba las escaleras del lujo.
Meditaba sobre mi vida. ¿Qué haría yo cuando abandonara la isla? ¿Qué rumbo tomaría? ¿Lo tiraría todo por la borda en el barco de regreso?
Sabía que ella me esperaba, y que yo lo deseaba. Pero no sabía nada, absolutamente nada de lo que me ha pasado, de lo que ahora me pasa, y mucho menos de lo que me pasará. La vida es un viaje con sorpresa.
Pienso todo esto, mientras contemplo la estela de plata que va dejando el barco en el agua.
Como te dije, hay que salvar mucho las distancias. No solo geográficas, sino también reales; pues en esta isla, he tenido vivencias y recuerdos y de Cuba no. Pero la idoneidad de islas y la distancia sentimental, -a una no he vuelto y a la otra no iré-, me hacen emparentarlas y estrechar lazos entre ellas; con la caldeada historia del alma cubana de por medio. Además de muchas similitudes: clima, vegetación/paisaje. Ambas son el destino turístico de medio mundo.
Quizá he ahondado demasiado en los sentimientos patrios; pero aquí, lo que de verdad ansiamos, es que termine cuanto antes el régimen opresor que padecéis, quizá los españoles no arrimamos el hombro todo lo que debiéramos, y que os sintáis libres como el viento dulce de la caña, que arrasa cíclicamente la isla, que arranca las olas doradas y espumosas del ardoroso mar de las Antillas, bajo la inimitable luz de la luna caribeña.
Quizá Lucrecia, sea un espejismo, pero parece que un rayo de luz se abre paso en el espeso horizonte político cubano. ¿Quizá ha llegado la hora?.
Con la mejor de mis intenciones y deseos, te envió un fuerte abrazo y sigue con salud.



EPÍLOGO - BIOGRAFÍA
El autor de estas “Cartas” es un murciano nacido en Archena, pueblo bello y acogedor donde los haya y puerta del Valle de Ricote. Su nombre completo es Jesús Pablo Guillamón Enriquez (Pablo). Seudónimo literario (Tarso).
Su primer apellido procede de Ricote, de donde era su padre. Su segundo apellido, de su abuelo materno, lo sitúa en Cuba, con probable raíz remota hispano-portuguesa, (los primeros reyes de Portugal se apellidaban Enriquez).
Sus primos de allende el océano, probablemente existen, aunque él no los conozca. Pues no ha podido hacer nunca su añorado viaje a Cuba.
De entre esos parientes, ha dado vida a “Lucrecia”, para poder expresarle sus ideas y sentimientos; y explicarle a su aire desgarrado e intimista, los avatares del abrumador mundo que nos rodea. Han hablado de todo cuanto acontece o le preocupa, -motivos hay-. Y lo ha hecho como ha querido. Sin reglas ni engaños. Sin fingir o adulterar nada. No en vano, los diálogos con uno mismo son los más libres que existen.
Jesús Pablo, como queda dicho, es hijo de Archena, donde estudió el Bachillerato en el colegio del tan recordado maestro D. Alejandro Medina. Estudió algunos años en la Universidad. Después se hizo funcionario. Se casó y tiene cuatro hijos y seis nietos a los que dedica cariñosamente este libro.
Profesa un gran amor a la literatura, en especial a la poesía que él considera su esencia y que le ha dado como fruto, otros seis “hijos”. Sus seis libros que merece la pena leer. Es primer “Premio de Poesía Fiestas de Archena 2005”. Vicepresidente de la Asociación Literaria “Villa de Archena”. Pertenece al colectivo poético “Tertuliemos”. Es socio de “AERMU ” (Asociación Escritores de la Región Murciana). Colabora esporádicamente con diversos medios de comunicación.
Le gusta investigar y leer. Y aunque es especialmente analítico y observador; sus temas preferidos, sobre todo en este libro, son generalistas: Religión, política, sociedad, naturaleza, realismo, abstracción, literatura. Pues nada humano le es ajeno.
Quizá “Lucrecia”, la otra protagonista de estas cartas, exista. Pero si existe, como si no. Quiere darle las gracias; pues le ha servido, a veces, para liberar adrenalina, aliviar sus preocupaciones y tapar, sin saberlo, los agujeros negros de sus soledades.
Os recomiendo su lectura, porque es un placer para el espíritu.
ALBERTO SEVILLA. Escritor y Murcianista
Pregonero de las Fiestas de Primavera 2009


REPORTAJE    FOTOGRÁFICO