sábado, 15 de enero de 2011

Del libro "Luz para volver"

LUZ PARA VOLVER

JESÚS PABLO GUILLAMÓN ENRÍQUEZ
LUZ PARA VOLVER
MURCIA
MMIV

A mi madre
en su quietud serena
en su infinita soledad


PRÓLOGO
HABLO DE JESÚS PABLO GUILLAMÓN

Tal vez como el mismo señala, su poesía tiene de aquellas palabras de Anatole France donde “el presente es árido y turbulento, el porvenir permanece oculto, toda la riqueza, todo el esplendor y toda la esencia del mundo están en el pasado”.
Porque Jesús Pablo Guillamón Enríquez sostiene en sus versos la nostalgia de un tiempo pasado, la búsqueda de valores y una religiosidad íntima que escucha mientras cuenta sus cosas. El poeta, entre costumbrista y profundo, el poema es un tiempo coloquial en el misterio del poeta, se sirve de la poesía para contar la dureza de un tiempo inflexible que quiere perdurar.
Escribe Jesús Pablo Guillamón su primer libro de versos, Diario de un atardecer, desde un paisaje desolador donde trata de arrebatarle al tiempo lo que tiene de monótono, de persistente. Desde su discurso del principio, donde “de un triángulo salió la primera rosa” hasta un tiempo detenido en el “Atardecer de una isla”, el poeta baja al mar de la luz y la suave brisa con la inquietud del tiempo que lo arrastra todo. “No volverán de nuevo aquellos días”, dice Guillamón, todo parece huir, desaparecer, o quedarse en el tiempo, en el recuerdo donde se mira y atardece. Sus recuerdos de la naturaleza que le vio nacer, Archena, los senderos, las ramblas, las huellas de su pasado íntimo y, a veces, solitario devenir, emergen en el camino de la niñez. El agua del río, suave, el gris metálico de la tarde y su casa levantan en la memoria de su ánimo una oleada de alegría que se entraña con la religiosidad de sus sentimientos. Angustia y dolor en el camino de su verdadera senda íntima, encuentra nuevamente la alegría con el nacimiento de su hijo.
Su poesía es, tal vez, como el poeta. Esto es importante. Guillamón escribe como es, sin tapar demasiado, sin ocultar mucho. Sumido en el tiempo, parte del tiempo, inclemente en el tiempo: “Por favor, no me digas/ que al abrir tu ventana/ aún respiras lo mismo”.
En aquel primer libro de versos, el poeta, no siempre acierta en el pulso poético, en el sonido de la justa palabra, pero es que el sonido de la poesía es complejo, como complejo el poeta, aunque su voz es personal, sentida, inconfundible.
Del tiempo y la palabra es también la poética del retorno, toda su poética es retorno, vuelta atrás, mirada peregrina. Dice, con razón, mi compañero y, sin embargo, amigo, Joaquín Hernández Serna, en las palabras de salutación de este segundo libro de poemas, que son el “resultado del enfrentamiento casi cotidiano con la vida, debatiéndose lo eterno y lo nuevo, triunfando en cada instante una concepción u otra que, al fin y al cabo viene a resultar lo mismo". El profesor Hernández Serna sabe bien lo que dice. La existencia de los versos de Guillamón radican en una poética de ida y vuelta: ayer y hoy, y hoy desde ayer. Parece como si el mundo del poeta fuese también el mundo de su pasado, no hay nada fuera de él, tan solo una esperanza sobre la “necesidad” de un encuentro esperanzado.
Tal vez, el poeta sienta el ayer en el hoy, pero no como un íntimo deseo de ir hacia el pasado, sino que el pasado se asienta en el presente, como las hojas de un árbol a su raíz. Y es verdad que esto es así, (“viene a resultar lo mismo”), pero lo importante es decirlo sin venganza, sin ira, sin rencor. Este, su segundo libro, es más un personal tratado de palabra en el tiempo que aquel primero situado entre brumas, entre la luz y la sombra, en la incertidumbre.

Palabra costumbrista, coloquial, íntimamente enmarcada en una religiosidad sin altares, donde el paisaje no puede paganizarse sino en la relación con el consciente tiempo de la luz que arde en el poeta. Este es un libro a su pueblo, al poeta Vicente Medina, a la festividad del azahar que inunda todo, al agua que quiere inundarlo todo. Y el poeta, también vuelve “al otoño que dejó incompleto”.
Ahí, el poeta busca su paz interior, como queriendo vivir en la morada interior de su propia y sentida presencia mística. Porque él sabe que anda algo en todos sitios, algo inefable, inquietante, que también vive en él y le trae la paz entre tanta terquedad de humo.
Ahora, Jesús Pablo Guillamón me pide que le haga unas palabras de salutación sobre su tercer libro de poemas, Luz para volver. Me deja el libro y le echo un vistazo. Le digo que usa demasiado las interrogaciones.
Tal vez esté ante un poeta al que la duda se convierte en su propia poesía, toda su poesía es duda, incertidumbre, me digo. Pero no es así, no. La única verdad ante tanta pregunta es que el poeta ya tiene palabra propia, se sabe lo que busca, lo que quiere decir, lo que dice en su concierto lírico. El tiempo, la tarde, un poco de luz, el retorno, la íntima causa de su religiosidad manifiesta, el costumbrismo coloquial de su levedad poética. Como si un niño asomara en este hombre maduro. Por eso, en el oscuro camino de Guillamón se asoman los sueños de ayer, los sueños cumplidos y los ocultos. El poeta nos dice su verdad (“luz, siempre luz”), “como la primera estrella/ que purifica que las almas en su hoguera”.
Unas veces, parece que el poeta ha pasado de un estado de tiempo infantil a una poética de testamento sobre el paisaje, sobre las cosas, caminos y árboles, nidos y jardines. Y mientras la fiesta, el poeta pone el sudario en la frente de quien le ha creado. Curiosa esta manera de llorar la creencia. Otras veces, “rompe el alba, estalla la quimera,/ un fuego de estrellas…”. Pero, aún de esta manera sus “flores se han quedado tristes”. Es la expresión de una personalización poética en continuo uso, poesía del paisaje que cambia de destino. Poética de ida y vuelta, la de Jesús Pablo Guillamón, entre amigos, familia y parques amorosos sin olvido: “imagina, imagina que la llama del amor nunca se apaga”.
Como si un viento indiscreto abriera la ventana, al decir del poeta, vuelve la luz, como aquel tiempo de la palabra, como aquellos versos del atardecer, donde un manantial brota (“Brotó un manantial/ como un amor contenido,/ anegándolo todo primero/ para después remansar”). Así, remansada, angustiada, como un agua sin tregua, la poesía busca su camino, su salida del cauce, buscando paraísos. El agua, la lluvia, la naturaleza conocida es un recuerdo ahora más creíble. 
Pero todo empuja al poeta, el viento, el enigma, el tiempo, el latido, un rayo tenaz, “ruina cantada”. Profético cuando nos dice:
Discurre cantarina el agua/ a su paso florece la naturaleza entera,/vuelve la eterna primavera”. Es así el poeta de Archena, Jesús Pablo Guillamón Enríquez, como aquellas hileras de chopos que no se podían abarcar, como la profunda tierra, donde comenzaba a soñar, bajo un cielo que se apagaba, como aquel río que no se detiene.
Adusto, inquieto, buscando la luz, su luz, una tarde de quejas y dolor. Bien venido a la república de las letras, donde Pablo (así le llaman siempre) tiene su propio y personal espacio.
Pedro Guerrero Ruiz
Profesor de la Universidad de Murcia


PRELUDIO PARA UN POETA

JESÚS PABLO, he leído tus poemas
y las notas sensibles de tu lira,
han dejado en mi alma quebrantada
por el tiempo, el deseo de volver
al mágico redil que tú cultivas,
con blancas herramientas del amor.
Tus poemas son lugares que invitan
a soñar con un mundo más tranquilo,
desterrando los negros nubarrones
que acechan a la luz humanitaria,
que señala el trayecto de la vida
sin caer en retóricas funestas.
Tus poemas son didácticos reflejos
de un poeta que defiende su saber,
sembrando en las páginas vacías
la música sencilla y verdadera
que precisa la justa convivencia,
para andar el camino que separa
del feliz nacimiento, hasta la muerte.
Bajo un claro farol de luna verde,
entre aromas de rosas archeneras,
te veo conquistando plenitudes,
rimando alcanfores con rocío
y el lirio que preside los silencios
del polvo que alimenta eternidades.
Sigue así Jesús Pablo!, trasnochando
para dar regocijo a los mortales.
Sigue así Jesús Pablo!, dominando
el arte que florece en lo baldío,
el arte que nos puede hacer mejores
el arte que renace persuasivo,
aunque a veces no sea comprendido.
Fernando Molina Fernández
Músico y poeta


INTRODUCCIÓN

Me gustaría que existieran buenas relaciones entre la Poesía y la sociedad dinámica y moderna en que vivimos, pues parecen antagónicas.
¿El poeta es soñador, pero quién no lo es alguna vez? ¿Quién no ha divagado por su cuenta y reparado en el relámpago repentino que parte el horizonte, sacándole de la oscuridad, iluminando su noche? ¿Quién no se ha abandonado alguna vez en los brazos de su musa preferida? ¿Quién no ha soñado ser tocado por los dioses y olvidarse por un momento, que es un poquito de polvo y un trocito de tiempo, sintiéndose en ese estadio difuso lleno de luz y de armonía? 
La poesía es algo intimo, pero a lo mejor no tanto, pues a mi entender, la ficción, las ilusiones, la quimera de los sueños, también forman parte de la vida.
Hay quien piensa que hay que estar loco para ser poeta o ser un romántico empedernido. Sin embargo la sociedad está falta de poesía.
Quiero decir de espiritualidad, de la expresión sublime de los sentimientos, de ideas luminosas aparentemente sencillas, de ritmos acompasados de amor y de belleza, de palabras de alto voltaje que tensionen el alma y la despierten de su mediocridad. Una poesía que integre la materia con el ser, que ilumine de forma asequible la esencial peripecia de la vida humana.
En este mi tercer libro, me propongo como siempre, escribir con los pies en el suelo, pues el alma de un poeta se desvela con cualquier miseria humana acontecida; pero busco insistentemente la luz para poder caminar entre la paz y la guerra, la ficción y la realidad, el amor y la tiniebla, la entereza y el desconcierto, la muerte y la vida, como es el arco iris de la vida misma, una profusión inaudita de colores, una amalgama de sensaciones reales o queridas, de estructuras ciertas o decadentes, de una ilusión de eternidad que nunca acabas de tocarla con la mano. Quien no sueña no vive, quien no ama no vive, quien no desea, no vive.
Hasta que sueños, amores y deseos se hacen realidad, mientras, vivimos de ilusiones. Por eso, quizá el mundo no se acabe nunca, pues la vida acaba cuando se acaban las ilusiones.
El autor


ANTIGUA NAVIDAD

Archena, años cincuenta
RECUERDO, hace muchos años
las noches navideñas
en mi querida Archena,
en torno al fuego evocador
de la chimenea centenaria.
Se olía en el ambiente
un humo espeso y blanquecino
de leña mojada,
¡porque entonces, llovía a veces!
Te embriagaba el dulce perfume
de las tortas de pascua,
cordiales, mantecados
y unos humildes rollitos de anís
que te resucitaban.
¡Que grato concierto llegaba a la puerta!
los alegres ruidos de guitarras y panderetas,
chicharras y castañuelas,
y el viejo cantar de villancicos de huerta
a vueltas con el aguilando:
A esta puerta hemos llegado,
cuatrocientos en cuadrilla ...”
El viento llevaba campanas
de la cercana iglesia
anunciando la misa del gallo.
En torno a la mesa, los alegres villancicos
envolvían la mágica noche
chorreando sus notas como besos inocentes
que llovían sin cesar sobre el humilde establo:
¡Ay! que niño tan querido asoma por esa puerta
y la dicha es tan grande
que hay que celebrar su fiesta”,
y al son de la fiesta se preparaba la cena,
no muy copiosa por aquel entonces
pero todos impacientes
por pasar una noche feliz.
Días antes, muy de mañana
acudía con mi madre a las misas de gozo,
desperezándonos los ojos
sacudiéndonos el frío entre las manos,
¡pues entonces hacía frío a veces!,
pero en las calles ya había alborozo.
Al volver, preparábamos la hogaza para las tortas,
atizaba el fuego de la chimenea
mientras contaba los días que faltaban para los reyes magos,
¡porque entonces creíamos en los reyes magos!
Jugaba sin cesar, saltaba de alegría,
yo quería a todo el mundo
y todo el mundo me quería.
Una dicha inocente lo embarga todo:
La calle, las casas de los vecinos,
la cara de fiesta del que pasaba y felicitaba
él también era feliz.
Siento nostalgia de aquellos días pasados,
del resplandor del fuego primitivo
que iluminaba los rostros del hogar querido,
la emoción y la magia
de aquellos tiempos felices
ya nunca volverá.
Se marchó oculta entre las brumas
de una nube blanca, como de nieve.
Se marchó muy lejos, muy lejos.

Entre la antigua y la nueva Navidad,
aparece incorruptible una figura humana
de gran valor. Es el recuerdo
imborrable de mi abuela, a quien
dedico los siguientes versos”


INOLVIDABLE

CUANDO yo era joven
creía la vejez muy lejos
¡cuánto tiempo falta, me decía,
para ser yo viejo!
como ya era mi abuela,
aunque yo nunca la vi vieja.
Ahora que los años me acercan la distancia
que el tiempo imperturbable impone sus reglas,
¡cuanto, secretamente la recuerdo!.
Vivió hace muchos años en Archena,
una mujer serena, inteligente y bella,
lúcida, pausada, sincera.
Sus ojos azules en su tez morena,
eran dos centellas que nunca se apagaban
para poder así , mirarte con ternura,
para poder mejor quererte,
censurarte, o reprenderte con dulzura.
Alguna vez, en su mirar velado,
se adivinaba la belleza de sus sueños;
soñaba para ti cosas mejores,
todo lo bueno para ti, nada para ella.
Pero Eolo desató todos los vientos en su contra,
todos los males salieron a su encuentro,
los tiempos no pudieron ser peores.
Mas ella era un baluarte
que se vestía de verde ante el fracaso.
Se aferró a la vida, al amor de los suyos,
a la aventura irrenunciable de salvarlos.
Levitó aureolada como un héroe
inmolada en el altar del desengaño.
Le fallaron todos, algunos la traicionaron.
Un día, rodeada de amor y desencanto,
entre nubes de triunfos y fracasos,
las manos impuras del dolor y de la muerte
cerraron para siempre los mas bellos ojos azules.
Se apagaron,
como estrellas humeantes en la noche
se ahogan en la bruma.
Por eso desde entonces
caminamos a oscuras.
Galería de Baños del Balneario de Archena.


COPLA DE NAVIDAD (2002)

CUENTAN de un pobre Niño
que nació en un humilde pesebre
en noche de puro frío
antes que la noche quiebre.
La luna estaba rondando
con cascabeles de plata
al acecho de los pastores
que ya llegaban cantando.
El Niño que ríe y llora
y mama la dulce leche
que su madre entre lindas nanas
a borbotones le vierte.
Ay luna, luna sopera
que enseñas tu cara al lobo
iluminas el pesebre
para que se vea todo.
Estaba la vieja mula
rebuznando junto al buey
para calentar al niño
que heladito lo tenéis.
Y fuera la nieve cae
con presagios de mal fario
pues este niño que hoy ríe
llorará en el Calvario.
Ay niño, niño de nieve
salta y ríe en tu linda cesta
que a finales de diciembre
Se va a celebrar tu fiesta.
ENFOCA el haz de tu linterna
hacia el pasado y verás un mundo
ansiado ante tus ojos”



DE VUELTA AL PARAÍSO

CREÍAMOS ingenuamente
que la vida plena, habitada,
el amor ansiado, satisfecho;
deambulado el mundo material
de las cosas deseadas,
hurgadas a veces sus entrañas,
mecido en sus placeres
con candorosa inocencia,
creíamos en la felicidad.
Pero la felicidad es una lente de colores
tras la que miramos los objetos deseados,
es miserable y esquiva,
a penas una bruma
que se disipa al romper el alba,
se disuelve como espuma
en el mar del hoy y del mañana,
es apenas el gozo indulgente de un instante.
No ofrece pasaporte ni frontera
por donde viajar al horizonte infinito,
al fluir perpetuo e incesante.
Mas a aún, depuesto el caos,
nos queda el ayer,
un ayer infinito y lejano,
un tiempo pretérito y borroso
un tiempo feliz que habíamos olvidado.
Nos queda volver al seno líquido y opaco
del regazo materno, ya entregado,
sentir el calor que nos dio, y su cuidado.
Escalar otra vez los caminos andados
revivir los recuerdos, los amores ansiados
cantar las canciones que mecieron la cuna
volver a besar los labios que amamos,
y de vuelta al paraíso
contar las estrellas una a una
entre los pliegues de la vieja luna,
oír las olas de un mar deshabitado,
solo el viento que adormece las alas de tu cuna.
Nos queda el derecho a volver,
a soñar que nacimos ayer.


LUZ PARA VOLVER

LUZ, siempre luz
oxígeno traslúcido de la tierra
foco en la niebla de los confines,
ardorosa hoguera que calienta
los helados pliegues de la sierra.
Luz, siempre luz
para ver como el adiós crepuscular
extiende su manto de armiño y oro
sobre el paisaje añorado y viejo.
Luz para volver a ver
la mirada noble, el semblante evadido,
los brazos abiertos
del amigo viejo de la niñez primera.
Luz para ver como renace en la montaña
el sermón imposible, la ardiente quimera
hecha realidad en la carne
de los hombres de mi tiempo.
Luz que caliente las entrañas,
las entrañas viejas de la tierra
y de ellas aflore el hombre nuevo
que destruya las cadenas.
Luz pasional y fuerte
que reverdezca el amor
como en el tiempo primero
que destile en la flor
que inunde el destemplado cielo.
Luz, siempre luz
que acelere la esperanza
que ilumine las ideas,
que amanezca cada día
como la primera estrella
que purifique las almas en su hoguera.


MI VIEJO ALMENDRO

NO arranques el árbol
bajo el que tanto he soñado
en las cálidas tardes del pasado,
bajo su frondoso techo
he revivido muchas veces el tiempo.
En sus ramas aún vivas
descansaban las golondrinas
en sus viajes interminables
a los mares del sur.
Yo oteaba el cielo
entre sus tiernas ramas
y un rayo postrero
me besaba la frente
al despedirse el ocaso.
No ves que el dorado trébol
se arracima entre sus hojas
y me regala sus sombra
cuando estoy deshecho?,
los pájaros colgados en sus ramas
con olfato certero,
me avisaban con sus trinos
desesperadamente,
cuando cambiaba el tiempo.
No arranques mi árbol
para sembrar en su lecho,
forrajes o piensos que el ganado
buscará en otro lecho.
¿No ves que sus yemas aún verdean
y hasta gotean,
cuando la lluvia repara en ellas?
Ya se que un rayo insensato
partió en dos sus centenarios leños,
pero insiste en cobijarme
y yo quiero morirme bajo ellos!


TIEMPO DE CARNAVAL

HA vencido la carne
se doblega el espíritu
es martes de Carnaval
es la tarde de Eros
hoy el mundo es distinto.
Abandona tus oraciones y grita
es el triunfo de los sentidos
entrégate a las pasiones
todos andan travestidos,
mientras algún dios
se divierte en su hoguera.
Hoy nada es imposible
es la libertad la que goza
sale a la luz todo lo risible
una llama viva quema cuanto toca.
Hermosas bailarinas danzan
y lanzan sus senos al aire
mueven las caderas al alegre compás
convulsos traseros me rozan la carne.
Músculos de cartón piedra
calientan la escena
me excitan los besos
que me lanza la esquiva,
Hércules lanza sus flechas de fi era
hermosa trailera
me enseña su lengua lasciva.
Bajo la alegre máscara un silbato suena
a sus lúdicos sones,
todo se pone en movimiento,
jolgorios y risas,
morbo, magreos y estruendo.
El espíritu duerme, sueña,
es el triunfo inocente del mundo,
la carne y el cuerpo.


SALDRÉ A TU ENCUENTRO

LA TARDE ya se adormece
arriba, en la colina dorada,
el trajín humano para la fiesta
desborda a Jerusalén,
la ciudad está abarrotada.
Mientras, Caifás le reclama y reprende
con su alma atormentada.
Judas le traiciona, Anás le acusa,
Pedro le niega en la alborada,
Pilatos busca una excusa
con la que sus manos lava.
Camina solo en la tarde
y sola se queda mi alma.
Su cuerpo en la Cruz se envilece
su espíritu fl quea y divaga:
¿Por qué, por qué Padre mío
es llegada mi hora?
Tienes duda Jesús, no lo niegues,
llevas la noche
en la profundidad del alma.
Mas yo saldré a tu encuentro
cuando subas al Calvario.
Yo no te haré traición,
ni te negaré al alba,
ni para dármelas de inocente
me lavaré las manos en la jofaina.
Pero mi espíritu te busca
y clama impotente
en su particular naufragio.
Quisiera en los albores de la noche clara
llamar con mis nudillos a tu puerta
y que tu puerta, generoso me abras
y me enseñes Señor con tu luz,
el modesto lugar que ocupa en tu casa,
mi alma.


MURCIA EN PRIMAVERA

VUELAN sin cesar las blancas mariposas
con sus inquietas alas desplegadas
saltando del arroyo entre las rocas
sacudiendo sus patas anegadas.
Pía el gorrión entre las ramas
de verdes y oros esmaltadas
cantan en el brazal las verdes ranas
huelen a azahar las verdes alboradas.
Inunda el sol las morunas callejuelas
nadan alborozados los patos en el río
refajos salpicados de alegres lentejuelas
levanta el viento con pícaro extravío.
Asoman los geranios por rejas y ventanas
se abren tiernas rosas
en el jardín que hay junto al río
se viste de azahar el dorado limonero
se ahuyentan los males y las penas
como una fuente mi amor hoy ha nacio
como un torrente te digo
mi amor cuanto te quiero.
Hermosas zagalas lanzan rojos pétalos
de sus rojos labios, jazmines encendios
alborotados mozos se lanzan al vacío
el viento con sus alas los tiene suspendidos.
Ha brotado al amor incontenible como un río
Murcia anegada de amor en primavera
su corazón palpita en el rincón más escondío
su luz única y brillante es una hoguera.
Con la fuerza del amor nace la rosa
un iris de colores, anuncia la nueva primavera
un fuerte latido palpita en cada cosa
como al tronco se agarra la verde enredadera.
Perlas de rocío cubren la hermosa huerta
con una corona de brillantes nunca vistos
un estallido de color hace una fiesta
de azucenas, claveles y jacintos.
Rompe el alba, estalla la quimera
un fuego de estrellas arde del monte en la laëra
dale al cuerpo todo lo que pida, lo que quiera
que Murcia arde de amor en Primavera.


INFINITO

ÓVALOS inacabados
hechos de azules enquistados
como grabados a fuego en las rocas
en lo profundo de horizontes etéreos.
Voluptuosos arcos sin fondo
como esculpidos en piedra
de un románico arcaico
que flotara en las ondas
con planos y círculos
de inestable arquitectura.
Espacios vacíos de la bóveda
penetrados de arcángeles
vestidos de blondas,
enjoyados de brillantes coronas
que pasean sus batientes alas
al borde del abismo.
Flecha de polvo
de trepidar infinito
como estela incompleta
de cometa gigante
que nadara en su órbita.
Su matriz es el aire
que intruso se cuela en mi mente
dejando que el viento me lleve a la esfera
donde podré contemplarlo
tras la falsa bóveda,
pero no tocarlo.
¡Oh, fluir infinito!


ACCESO A LA GLORIA

ARRANCADOS de un mito de piedra
en un campo de estrellas
abarcando los siglos forjados
de falsas leyendas.
Cincelados a golpes de fe
de esclavitud y potencia
esculpidos a mazos
de superstición y creencias.
Cual una quimera que Fídias
modelara y arrojara la tierra,
reunidos y expectantes
apostados en sus esquinas de piedra:
Apóstoles, profetas y arcángeles,
vírgenes, monstruos y santos,
doncellas, demonios y nubes,
tronos, dominaciones y sátiros,
nos miran ensimismados
como absueltos de pecado,
tras el pórtico sereno
que da acceso a la Gloria.
Con sus rostros inocentes,
querubines arrancados de las nubes
dan coro a un mito inexistente,
levantando sus brazos al cielo
a un cielo infinito de nubes brumosas
y nos miran, cómplices falsarios,
mostrándonos asombrados,
de una supuesta historia su grandeza.


ALGO PASA EN MI JARDÍN

REVOLOTEANDO por entre las ramas
del sicómoro,
en las mañanas soleadas del verano,
un inquieto gorrioncillo
se asomaba a mi puerta.
Me miraba temeroso
de que descubriera su tesoro
iba y venía incansable con algo en su pico
que dejaba a hurtadillas entre las flores.
Al final confi ado, dejó ver su tesoro.
Había construido un nido
bien a cubierto y perfecto.
Obediente con la naturaleza,
depositó en el cuatro huevecillos
que como madre amorosa calentaba.
Ya no temía que lo mirara,
era más valiente y decidido,
pues debía cuidar sus polluelos y defenderlos.
Al tiempo, solo uno rompió el cascarón,
él como loco, iba y venía de nuevo
para alimentarlo con su pico,
cuando echó plumitas, lo enseñó a volar.
Un día feliz, desaparecieron
los dos muy contentos
al parque cercano
dejando mi jardín deshabitado.
¡Qué injusta es la vida,
que insobornable la naturaleza!,
no han venido mas a verme
mis flores se han quedado tristes.
No he quitado el nido, esperando que vuelvan.


NÓMADA

DESPERTAR por las mañanas
bostezando a la vida en la roulotte,
no era más que un idilio con la aventura,
desperezarse del sueño ajetreado
de una ruidosa noche de verano.
Los loros parloteando en la jaula,
las toallas secándose al sol,
el gato negro se acurrucaba en la almohada
regada con el sudor de su amo,
bullía la cafetera en el fogón;
en un rincón, los crios panzarriba
gritan y juegan a romper cacharros.
Se desliza lenta y perezosa la vida
entre sábanas gastadas,
humeantes cigarrillos aplastados
y miradas adormecidas oteando los tejados.
Ya llega de nuevo la ansiada noche
y otra vez los niños ilusionados
quieren subir al tiovivo
con sus caballitos de colores
dando vueltas y vueltas
hasta fusionarse en un solo color.
Sale el tren de la bruja de su túnel oscuro
la bruja payasa se despide de sus escobas,
se apagan las rutilantes luces de colores
dejando la feria sin luna.
Otra vez de vuelta a la roulotte,
a esperar que amanezca un nuevo día;
otro pueblo gris
otro cielo estrellado
otra vez nómada, fabricante de sueños
camina a montar su barricada
y otros niños le esperan ilusionados
para dar vueltas y vueltas
con sus mil luces de colores.
Otra vez ellos, le tejerán una noche de amor,
otra escapada bajo un cielo púrpura
en un sueño de asfalto.


FIEL AMIGO

NO duerme, no descansa
gime, vela, otea la madrugada
no vive, no come el fiel amigo
si acaso para ir tirando,
un poco de agua.
Pasan los días y las noches
le sorprende la aurora fatigado.
De repente, se siente alegre
se lanza alborozado,
un ruido, un silbido, una llamada,
ha oído algo,
más otea y no halla nada.
El espera sin desmayo
a que salga su amo,
pues es cierto que lo ha visto
entrar aquí al lado
en un hueco largo y estrecho,
en un hueco oscuro
donde no cuenta el tiempo.
No desespera, quiere verlo, besarlo
lamerle su cana barba.
¡Pobre perro!,
amigo fiel de su amigo viejo,
¡no volverás a verlo!
El no despierta,
no sabe de tus desvelos
él está en sus andanzas
hace cola en la puerta del Cielo,
mientras tú gimes, lloras,
te deshaces en lamentos
y olfateas con arrobo,
el frío mármol de su lápida!.


MI PARQUE SOÑADO

SINCERAMENTE espero
que algún día,
brille el sol radiante
entre las temblorosas ramas
de mi árbol angustiado
Sinceramente espero
que algún día,
no huya de mi el amor que anida
entre las tibias sombras
de mi bosque tan querido.
Sencillamente espero
que un verde rayo de esperanza
se abra paso entre las frondas
de mi jardín descuidado.
Que el viento que me circunda
no arranque sin piedad
las rosas rojas
de mi parque soñado,
ni arrastre las lágrimas verdes
de sus hojas,
con la fuerza de un tornado.


A CLARA

DICES, que nunca has amado
y que no te amaron,
que tus rotundos pechos no acariciaron
las inquietas manos de un amante,
que febriles labios no libaron
la miel de los tuyos enardecidos.
Que ocultaste tus carnes rosadas
bajo mantos de lana,
esperando que el viento indiscreto
rasgara la seda
que oculta tu encanto.
Dices, oh Clara!,
que nunca te diste al amor
por temor a gastarlo
que andabas por otras esferas
lanzando tus suspiros al cielo
sin poner los pies en el suelo.
Ay!, cuanto perdiste el tiempo!
Pero el amor no se acaba
reverdece la yema de pronto
en las ramas de hielo del amaranto.
Aparece el amante secreto
deseando apretarte en sus brazos
olvidarse del tiempo en tus senos
y en tu volcán dormido, oh Clara,
desearte
y anegarte de amor todo el cuerpo.


OLVIDO

SE LLAMABA “Olvido”
Olvido de una Ilusión evanescente
que pinta la Musa de una historia fugaz
de sueños prohibidos.
Mi encuentro casual con aquella luz
que me permitió soñar,
fue un choque astral.
Un meteoro veloz y repentino
me hizo pasar junto al estanque verde
donde los cisnes majestuosos navegaban
y me miraban con curiosidad.
El lago acrisolado del Retiro
se teñía de un verde intenso
como si un lecho de musgo crecido
se asomara a través de un cristal.
Su mirada, de repente cambió de rumbo,
se aceleró mi pulso enardecido,
mis pasos me llevaban atropelladamente
hacia el estanque dormido
donde emergía como estatua irreverente,
una ninfa ondulada de mirada ardiente
con perlas de pasión en sus pechos turgentes,
rombos de placer que yo ansiaba.
Un fotógrafo ambulante, entrelazó nuestras manos
para hacernos una idílica postal.
Nos pidió simular una pasión que ya existía
entre efluvios de idilios naufragados y adolescentes
con fondo de caballo galopando en el vacío
patos tránsfugas que danzaban alegres
hojas caídas del árbol de los sueños
del verde laberinto donde nos perdimos,
buscando un sitio donde amar,
en tarde devorada de ansiedades
con el rojo sol palideciendo
guiados solo por el viento
sin rumbo, sin brújula, ni mar.


SIN LÍMITES

IMAGINA que saltas y danzas como loco
entorno al lecho de tu amada
que espera complaciente y hermosa
para prender con fuego la llama de tu boca.
Mirarla con ojos de deseo
cubrirla con tus besos poco a poco
sentir como su piel te abrasa.
Imagina que la amas y te ama
que se entrega sin límite y te entregas,
que la pasión te habla sin palabras.
Temes que de pronto aparezca la mañana
y sus furtivos rayos,
te arranquen a la fuerza de la cama,
huya la noche
con el placer que astuta te entregaba,
dejando la estela del amor y del deseo
descuidada y dormida entre las sabanas.
Añoras ansioso la noche para verla,
otra noche para amarla y disfrutarla,
y otra vez cuando despunta el alba
te teje telarañas invisibles
por tener presuroso que dejarla.
Fumarte, nervioso, un pitillo en la ventana
frotarte los ojos con frenético deseo
sin dejar ardientes de mirarla.
Imagina, imagina
que la llama del amor nunca se apaga.


PASIÓN DE INVIERNO

SUENAN como lluvia persistente de invierno
caricias apasionadas,
racimos de besos que se derraman,
chasquidos de amor que resbalan
hasta el último rincón de sus cuerpos.
No suenan las sirenas inoportunas
en la apacible noche,
solo el rumor de los besos
deshace en el frío sus últimos ecos.
El murmullo del viento arrastra las hojas
creando un gemido de evocador silencio,
todo incita al amor esta noche de invierno.
Pensando que no los ve nadie
se entregan con pasión al amor
liberando su deseo irrefrenable.
Se oyen suspiros y notas
rompiendo de placer el silencio,
se despiertan los senos
a la presión de la carne
la piel se enternece,
la pasión los embarga,
el placer se derrama
en el jugoso lino de las blancas sábanas,
un fuerte latido de amor
se deshace en el aire,
la noche se vuelve pasión
¡oh Noche inolvidable!
El viento indiscreto abre la ventana
y espiando tras la cortina,
un plantel de mimosas se inclina
rociando su aroma sobre la dulce almohada.
¡Ellos creían que no había nadie!


PÁJARO NEGRO

¿QUÉ pájaro negro
se ha bebido en tus manos mis sueños?
¿qué ala siniestra
ha cortado los hilos de seda
que trenzaba los cuerpos?
¿en qué playa vararon los dorados tiempos
en que juntos ardían los primeros deseos?
¿en qué lugar se quemaron tus besos?
¿dónde se fue aquel silbido del beso primero?,
una mancha de campo umbroso se veía a lo lejos.
Esparcidos por la hierba verde
destilaban sus gotas mis primeros versos.
Yo tuve manos nerviosas y frías
que apretaron otras manos
mas ardientes que las mías,
y tuve ojos ardientes
que escrutaron impacientes
el fondo de los míos.
Pero una rama de acero
ha secado el árbol
del que penden los recuerdos.
¿Qué extraña nube oscureció mis ojos
que ya no me ciega el fulgor de los tuyos?,
una sombra de hielo ha emborronado el espejo.
¿Acaso se ha oxidado el amor
como se oxida el hierro?,
¿no dicen que el amor es eterno?
Volvamos a revivir las canciones
del amor primero
mordiendo el ansiado lienzo.
Busquemos para matarlo,
a ese pájaro negro.


AUSENCIAS Y SOMBR AS

¿EXISTE o no existe una puerta
en el muro de los días?,
¿Si la abro, hallaré o no el jardín secreto?
¿o la ausencia de los árboles
me llevará a la nada?,
¿o solo son sombras y figuras
que deambulan como estatuas enamoradas
bajo las heladas ramas?
¡Qué de ausencias, qué de ausencias!
hallaré al abrir esa puerta.
¿Encontraré una rama viva,
un brote tierno
o solo un espejismo?.
A lo lejos se divisa una higuera reseca,
en sus brotes se quedó pegada
una leche ácida
mientras a su sombra se seca
un amor marchitado.
Mas de pronto, en un rincón obsoleto
una sombra con sus dedos
despierta una fuente apagada.
Brotó un manantial
como un amor contenido,
anegándolo todo primero
para después remansar.
Ahora figuras y sombras
se refugian bajo la higuera nueva,
reverdecen sus ramas aún enamoradas
pero yo siento el aire vacío.
No soporto tu ausencia,
no soporto la ausencia de las cosas amadas.


PEREZA

HUBO un tiempo lento, neutro,
en que las cosas sucedían de otro modo,
soñabas inocente ante tu espejo
que hechicero te engañaba
te alargaba los días y su sombra,
tu buscabas su sonrisa y su acomodo.
El mañana queda lejos, te decías,
tiempo habrá de prisas para todo,
deja que el paso lento del deseo
te brinde un futuro enmascarado.
Pero de repente te sientes abandonado
se ha roto el espejo cóncavo
donde se alargaba tu figura
y tu reloj de arena está vacío.
El monte azulado que veías en sueños,
se te acerca agigantado
las perezosas nubes blancas
que creías dispersas,
se congregan, se tornan grises
y lloran de pronto sobre tu tejado.
El ala rota de un ave muerta
se precipita por la lluvia ante tu puerta.
Se ha roto el hechizo que orlaba tu cuadro,
el ayer y el hoy son mañana,
y tú estás solo aquí bajo la lluvia,
sin alas, sin techo y sin nada.


AVARICIA

CUANTO más posee el avaro
y mas riquezas atesora,
más sufre su alma,
más decrece su espíritu atrofiado,
pues todo lo que ve añora.
No da respiro a su ansia
ni descanso a su afán
lo quisiera todo acaparar,
y aunque todo sea ganancia
siempre quiere más y más,
¡jamás se saciará, pobre mortal!.
Uno de vueltas con todo
por la edad quizás!,
siente tristeza por el pobre avaro
que solo vive para atesorar.
Me basta con un techo,
un amor sincero, un poco de pan
y para ahuyentar el frío?,
el calor de los tuyos
y algo de lumbre en el hogar.
Con eso me basta, para que quiero mas?


DECEPCIÓN

YA se que ingenuo esperabas
que el mundo abriera distraído sus brazos
y te incluyera en su nómina
sin pedirte a cambio nada.
Que esa luna que pasea enamorada
te llevara a su paraíso escondido
donde poder soñar y ser feliz.
Que el amor te fuera indulgente
y mimara con hechizos
tu cuerpo en la madrugada.
Que la fortuna con su rueda al pasar,
llenara de abundancia tus días
y colmara tus apetencias.
Tu aura, ya feliz y descuidada
atraería hacia si fagocitadas
la alegría, el amor, la suerte, la belleza,
te mecerían con sus suaves manos
las musas que soñabas.
¿Nunca pensaste que te abandonarían
sus alas protectoras?
¿Que te disolverías como espuma
en las olas de su estanque dorado?
¿Que caerías como gotas de resina
en la corteza del árbol derruido?
Ahora, decepcionado, angustiado,
te reta la vida
y si pierdes las alas,
te precipitas y te ahogas
en el estanque de tus hadas.


ADIÓS AL MAESTRO

Al inolvidable maestro
D. Alejandro Medina Alcaraz”
Se murió el maestro
se apagó la luz,
enmudeció la fuente inagotable
de conocimientos,
se agotó la pila de su débil corazón.
Murió porque ya era viejo,
mas ¡yo nunca lo vi viejo!.
Su corazón era joven,
su talento era fresco
era, un desafío constante
a nuestro cumplimiento.
Su batín, su bigote, su tiza o su regla,
un recuerdo imborrable
de mi niñez primera.
Si te despistabas para esquivarle,
te sacaba de debajo del suelo
pero no te avergonzaba, sabía hacerlo.
Si dudabas, llegado el momento
de temor al ridículo ante los compañeros,
lo notaba de lejos, salía a tu encuentro,
te completaba el quebrado, los números primos,
la ecuación de segundo grado o el logaritmo.
Te conocía por dentro como un libro abierto.
En el latín era un experto,
si te atragantabas con el hipérbaton
Te daba el diccionario y te decía:
mañana me lo traes hecho”,
era cabal y muy recto.
Hoy con la distancia del tiempo
cuanto añoro su sabiduría y su bondad,
su lealtad y su afecto.
Siento aún sus manos, algo temblorosas
posadas sobre mi cabeza,
como abriendo mi entendimiento
y yo me sentía seguro,
inmunizado contra males inciertos.
Así nos hicimos hombres,
viéndolo a él hacerse viejo.


ENCUENTROS DE BOHEMIA

EN el bar “La Víbora”,
en los arrabales de la ciudad portuaria
a la luz de unas velas derretidas,
celebraban sus encuentros los poetas
en las noches de invierno detenidas.
Allí soñaban, enardecidos, sus amores,
cantaban como gestas y epopeyas
los tibios aconteceres de sus días.
Bajo cuadros de nubes y de olas,
desgranaban sus versos que caían
como gotas de niebla
de sus húmedos labios derretidos,
como el almíbar del ron en las orgías.
De cuando en cuando,
entre volutas de humo evanescente
que ascendía
al herrumbroso techo ennegrecido,
recitaba un poeta sus tragos de amargura
y brindaba sus versos al equipo,
cayendo sus lamentos como chispas
del cigarro que colgaba
entre sus labios encendido:
Ella me dejó en noches de bohemia
cansada de mis versos y desdichas,
viví el amor entre sonetos y rimas
de poemas decadentes y marchitos.
No vivo desde entonces, me vacío”.
Se hizo un opaco silencio,
giraron los goznes de la puerta en la penumbra
se oyó un pausado taconeo
como el chasquido de un beso en la madrugada
y emergió la silueta de su amada
que hermosa y lánguida
exclamó entre sus brazos entregada:
¡Yo también adoro la Poesía!”


LA VENTANA ABIERTA

LA ventana,
siempre la abría a la misma hora
una mano blanca y delgada
con la muñeca adornada
por una cinta de pálido encaje,
jamás vi su rostro ni su figura.
En el centro de la estancia,
una austera mesa castellana
y un frutero de china
siempre provisto de hermosa fruta:
El encendido melocotón, la dorada pera,
la brillante ciruela, el carnoso membrillo,
coronaba el centro, la roja manzana
que contenía en si misma
la perfección de la naturaleza.
Al fondo, un pequeño jardín con una fuente
los chorrillos de agua golpeaban
la geometría rugosa de la piedra blanca
que la conformaba.
Una mecedora antigua de rejilla parda
descansaba vacía en medio del jardín,
apretados matorrales de geranios rosados
crecían en su entorno.
Pero una tarde, la mecedora estaba ocupada
por una dama enjuta y enlutada
de bello semblante,
con los adornos de encaje en sus muñecas,
se balanceaba suavemente
mientras pasaba las páginas
de un diminuto libro entre las manos,
a veces contemplaba absorta
cómo los chorros del estanque
laminaban la desgastada piedra.
De pronto, dejó caer sus brazos
y dobló su cabeza sobre el agua del estanque
cual si estuviera muerta.
Sin comprender nada, salí sobresaltado
a llamar a la vetusta puerta de la casa,
hasta dejarme los nudillos
en sus oxidados clavos.
Mas nadie abrió,
me enmudeció un sobrecogedor silencio
pasó el tiempo, y no hubo nada.


NOCHE VACILANTE

Reality show”
SALGO trepidante a la calle
a respirar el aire embriagador
de las plantas húmedas
dejando los versos en el aire.
La noche se amontona
bajo la luz amarilla de las farolas,
las burbujas de niebla
empañan las carcasas de los anuncios de colores.
Disipada la lluvia, la noche trémula,
vomita un viento huracanado
que deshace las gotas de la lluvia en los cristales.
El viento cabreado
me arranca enfurecido la bufanda
y me hiere la carne.
Junto a los viejos muros renacidos
de la vetusta Catedral,
un artista improvisado
canta sin desmayo
desgranando las melancólicas notas
de su sobado acordeón.
El aire húmedo transporta perfumes de nostalgia
melodías armoniosas de amores traicionados
de pasiones terminales, de aventuras vividas
que agonizan en bares y arrabales
en muelles de puertos lejanos.
Bajo los balcones de Palacio,
un hombre joven pero ajado
pide limosna, cantando suplicante,
melodías añoradas de los sesenta
mientras acaricia a su perro
enfundándole su abrigo.
Le doy mi diezmo, pero marcho entristecido
al leer sus carteles llenos de quejidos:
enfermedades y desgracias varias,
niños con hambre,
con despidos y paros incluidos.
El aire invernal, me empuja a las puertas
de la marchita iglesia conventual.
Tras la celosía de claustros medievales,
un coro de monjas de voz angelical
entona los salmos del profeta Jeremías
que llora anunciando calamidades
a la sufriente humanidad.
Vuelvo vacilante y apuro el paso
el ambiente húmedo se vuelve espeso
se amalgaman y se enfrían en mi mente
imágenes y sonidos que aumentan de tamaño.
De repente, decido quedarme
y saborear un pitillo como sedante
bajo los arcos del Martillo recién pintados
mientras contemplo despistado,
macilentas sombras de trasnoche,
extraviados peatones
que aguardan impacientes el semáforo
con el alma vacía
y la mente repleta de paraísos acabados.

Ermita Virgen del Carmen. La Alberca


CARTA AL HIJO

PREGUNTARÁS porqué te escribo
teniéndote tan cerca,
pensarás quizá si es que me olvido
que al lado de mi puerta, está tu puerta.
Más no es eso, no es eso;
es algo inaprensible,
quizá tu mundo es otro mundo
tu cielo es otro cielo.
Me asombra tu sinceridad
me estremece a veces tu inocencia,
si escondes algo, tiene que ser bueno,
mas soy reo de mi perplejidad
pues cuando te busco, me encuentro.
No temo afrontar la realidad
quizá es miedo a que te mires en mi espejo
y me acerco con cautela a tus silencios,
ya se que conforme eres mayor
eres más tieso.
Tu mirada bondadosa, penetra
hasta el último rincón de mi cerebro
invadiéndome una luz con halo de misterio.
Tu “papa” es un dulce y melancólico requiebro,
suena en mis oídos
como algo divino y secreto,
tu “papa”, me desarma por completo.
Yo, tan dulce, no lo dije nunca,
quizá por eso no comprendo.
Solo me queda esperar la madrugada
y mientras tu duermes,
idolatrar en mi altar íntimo
lo mucho que te quiero,
cuando despiertes,
salir solícito a tu encuentro.


ENIGMA

COMO un latido escapado de las nubes
un rayo estremece con su luz
el cuarto en el que escribo,
su haz ilumina por un instante
un cuadro que me pasa inadvertido,
su fulgor entre las sombras
retuvo, un momento sostenido,
un rostro hermoso de mujer
de contornos desvaídos,
de mirada profunda y vacilante.
Un aura que en tiempos fue azulada
enmarcaba sus rizos en desorden,
era aquella foto antigua y olvidada
que colgaba ensimismada de un estante.
Se electrizó mi mente al ver su negativo
al ver aquel rostro
por el tiempo destruido
sacando mi memoria del olvido.
Su mirada dialogó con mi mirada,
salieron a la luz tiempos extraños
mostrándome recuerdos
que nunca había tenido.
Cayeron de su piel de pergamino
lágrimas que el tiempo había diluido.
Cerré mi libro, descolgué aquel cuadro
que guardé debajo del estante
y me puse a contemplar la lluvia
con la mirada perdida.


TIEMPOS “E”

Visión apocalíptica
de nuestro tiempo”.
TIEMPOS extraños, extravagantes, extremos,
tiempos ajenos, desorientados,
agitados en exceso, los tiempos que vivimos.
Exceso de odio, de ambición, de fuerza,
exceso de miseria humana
que colma los páramos derruidos
las ciudades sórdidas
los campos desolados
en medio de un ruido infernal.
Masas desquiciadas de corazón solitario
y humo en los ojos.
Nos preocupa lo nimio, lo zafio,
mientras pisamos las tumbas
de las masacres diarias.
Tiempos raros de color oscuro
de colores varios amalgamados
en busca de un Buda de oro
que tiene los pies de barro
y de paja la cabeza,
que vive desconcertado
en su frágil pedestal.
Confuso espectáculo de miseria humana
que entierra sus raíces en la arena
y se embarca a la deriva
para trepar al árbol ansiado
donde se encierra el fruto del bien y del mal,
o quizá solo del mal?
Tiempos duros, vitales
de viento huracanado
que exceden hace tiempo,
lo que la fantasía mas ardiente
pueda soñar.


EMIGRANTE

CUANDO te marches, si ya lo has decidido
volverás de soslayo la cabeza
para abrir con tu mirada
el oasis que abandonas, de la vida
para ver cómo se abren las acacias
a la clara y resistente luz del día.
No olvides llevarte, si te vas
el último rayo de sol que te acaricia
que inmunizó tu cuerpo en la llanura
y el último soplo del aire tibio y claro.
Pues allí sólo verás una aurora de metal
y sus partículas
danzando sucias en el aire
donde no hay árboles ni pájaros,
ni flores que se muevan al mirarlas con pasión
tras el frio azul de las ventanas.
Verás caravanas de extraños y errantes
que escapan de sus celdas cada día;
para ellos las promesas del pasado
serán un martillo sobre el agua.
Cuando marches, si te vas
recordarás los azules horizontes
partidos al relámpago,
las gaviotas y las águilas
alzando el vuelo entre los riscos.
Se amontonarán entre las nubes los recuerdos
como un remolino de abejas
y tu corazón sentado allá en la loma
añorando volver a sus silencios,
añorarás los jazmines de tu casa
allá en el exilio,
como Horacio añoraba Roma.
Si vuelves algún día,
palpitarás con el corazón de la tierra,
te sentarás rodeado de palomas
y tomarás el pulso a las estrellas
con la mirada perdida.
¡Ojalá, vuelvas a ver
la luz del último día que abandonas!


CANCIÓN TURCA

DESATADOS furiosos los vientos
algo empuja con fuerza
en las nubes extrañas
arranca sin rumbo el piloto siniestro
elevándose al cielo impacientes
las alas brillantes de la mariposa metálica.
Sobrevuelan ajenos en jaula de hierro
los desiertos extremos de una tierra lejana.
Un aterrador silencio se cierne
sobre sus frentes de héroes.
Los ojos de plomo del terminator aéreo
no divisan en la montaña pelada
un pico asesino que espera
los oxidados huesos
del monstruo de acero.
En el quedó para siempre
la piel desgarrada de la vieja España,
sus jóvenes cuerpos sembrando la tierra
envueltos en nieblas de leyenda otomana.
Allí terminó para siempre
tanto esfuerzo logrado,
tantos sueños, anhelos, secretos, amores
y una vana esperanza de volver a España
a la que siempre sirvieron y amaron.
Coronados del amor de los suyos
ya fecundan con su sangre la tierra sagrada
de esta noble, atormentada, paradójica espada.
¡Hoy suenan tristes las campanas de España!


A ÉL

BROTABA de sus hombros
un manantial de fuerza
brillaba tras sus ojos
un iris de poder.
Le adornaban en sus años mozos
algo de seducción y de belleza
dejando entre los suyos,
a veces sin querer,
un rastro de esplendor
entre tantos claroscuros.
Mas pronto se oscureció su mente
flotó en el éter, volvió a la nada
no demostró ser sabio ni prudente
ni afrontó la vida como a él le demandaba
ni se esforzó en ser digno ni valiente.
Lo conoció todo, lo trastocó todo,
marchó por los caminos como alma descarriada
dilapidó los bienes, cual si estuviera loco
y en ratos de cordura amaba y desamaba.
¿Que tuvo entre sus ocios
momentos de amargura?
¿que desesperó a veces en ratos de locura?
que no tuvo apoyos donde él los esperaba?
¿que no halló un asidero
donde encontrar su cura?,
cabe y es lógico pensar.
Mas no conoció el miedo
ni buscó con ansia remedio a su locura,
no dejando un resquicio
por donde poderle amar.


TINIEBLAS DE LA MEMORIA

Contestando a mi amigo y
poeta Marcelino Menéndez”.
DE VERAS que no hallo el camino,
no quería escribir esto
no quería dedicarle, amigo,
un minuto de mi tiempo.
Pero me has pedido que lo haga
y valga, estoy presto,
no en vano,
ya le he dedicado algunos versos.
Navego en olas del olvido,
intento recorrer con paso incierto
el trecho que me tiene dividido.
Me pides que perdone, que olvide,
que no caiga en el abismo del rencor
que no vuelva los ojos al pasado
que abra mis brazos al amor.
Me pides que le diga adiós al tiempo
pero el tiempo no se marchitó
que cuelgue la memoria entre las ramas
de un árbol que nunca se quebró.
Me pides que lo borre para siempre
del haz de la luz de la memoria,
pero vuelven las tinieblas del pasado
y me hacen naufragar entre sus ondas.
Lo intentaré tal vez, por fin,
por él, por mi futuro, por mí.
Aunque me pides demasiado por ahora,
en mi corazón no albergo el odio puro
más sigo nadando en tanto claroscuro
que presiento que aún no ha llegado la hora.
Me pides que encierre bajo llave
el negro baúl de los recuerdos,
pero he guardado en el baúl tantas cosas
que se abre y me salen al encuentro.
He querido hundirlo, amigo,
en el fondo de los mares,
enterrarlo con arena entre las rocas,
pero al llegar la tarde
las olas lo arrojan a la orilla
punzándome la carne
como una espina de nieve entre las rosas.


PAISAJE-PASIÓN

MÁS alla de los montes
que separan mi imaginación
de la enigmática aldea soñada,
rememoro con fascinación
un caserío, un racimo de casitas bajas
esparcidas al azar entre las lomas.
Cercanas arboledas,
les prestaban su tímida sombra
el ramaje disperso de pinos y alcornocales
salpicaba de vida la aridez de la tierra.
Añorada escena, la que veían mis ojos
tras alcanzar las serpeantes colinas
por quebradas y cañadas.
Sólo el rastro de un espejo de agua
en un charco de lluvia atrasada,
refrescaba el paisaje.
Un rebaño de ovejas pastaba a lo lejos
hierbecillas, lizones y cardos,
el pastor serpeaba entre arbustos
lanzando guijarros.
Desolación y emoción a un tiempo
inundaba mi pecho,
al recordar aquel cierzo
que bajaba del monte arrasando,
y el pastor corriendo a resguardar su rebaño.
Reviví con mi mente los halcones volando,
la paz de la siesta
bajo un trozo de cielo rosado,
el racimo verde de la parra, en la puerta,
la hogaza de pan en el horno de leña
en la rara lluvia,
el calor de la húmeda tierra
el beso fugaz de la luz del ocaso.
Cuando soplaba el viento en las lomas
yo quería atraparlo.
Me encaramé a la colina, me subí a lo más alto,
no quería morirme sin volver a tocarlo.
Yo sentí la pasión del paisaje,
de la paz en el campo.


A LA BIEN CERCADA

TU historia tan antigua si pudiera,
me gustaría desentrañar,
para poder visitarte
sabiendo de ti mucho más.
Ahora te llamas Zamora
pero antes fuiste Semure,
Azemur, Samurach.
Al contemplar con envidia tus murallas,
todos te quisieron conquistar,
pero fuiste tan heroica y valiente
que Sancho II al cercarte
y no poderte dominar,
sorprendido exclamó:
No se ganó Zamora en una hora”.
Caro le supo, según el viejo romance.
se hizo fuerte doña Urraca en su castillo,
y haciéndole traición
lo mató el hijo de Dolfos Vellido.
Cuatro puentes salvan las aguas de tu río,
ese Duero profundo de Machado
y que tantos poetas cantaron.
Su pérfi do hijo es el frío
que hace fuertes a los zamoranos
sobrios, austeros y espartanos,
paradigma sincero del alma de Castilla.
Tras sus murallas, te asaltan a cada paso,
el pétreo encanto de sus iglesias románicas,
sus nobles ruas, su inédita catedral.
Te arroban en su misterio,
la religiosidad profunda y sincera
de su Semana Santa, cuasimedieval,
verás ensimismado sus pasos,
barandales y su merlú,
y quieres ser ya penitente de su Yacente,
si oyes el Miserere cantar.
Desfilan en luctuoso cortejo
Cristos, Apóstoles, Vírgenes y Santos,
un perfumado viento de cirios, inciensos,
claveles y rosas, te envuelve
como manto de escarcha,
un aire místico te corta el aliento
en la mágica noche zamorana.
Al igual que Sancho, al llegar
quisieras asaltar sus murallas,
la tosquedad de sus muros
te reta a pasar, sin sospechar
que dentro hay tantos tesoros
dignos de admirar.
Cuando salgas, Zamora
se te habrá colado en el alma
y empapado en su misterio
añorarás siempre volver,
querrás siempre recordarla.


DESPEDIDA

SE que me voy
pero no me voy, me quedo,
seguiré siendo vuestro compañero
y si queréis, también vuestro amigo.
Los muchos años vividos, malos o buenos,
seguirán siendo un asidero
para las tardes nubladas de la nostalgia.
Los muchos kilómetros recorridos,
¡cual piloto de Fórmulas “únicas”!
me llevarán a la meta de la vejez
que irremediablemente he de traspasarla.
Quizá erré el camino,
no era esta mi meta soñada,
pero el tiempo, constante,
me tejió un manto de cariño
con el que arropar
todas las cosas pasadas.
Me sentiré joven pensando en vosotros
que aún seguís recorriendo
hacia la meta señalada,
del Puerto o del Castillo,
o de la Cruz braceada
o del mesón “Las Palmeras”
o de las Cinco Estrellas doradas,
o de las hermosas tierras
de los vinos de fábula,
¡oh aquella casona a la orilla
repleta de toneles y garrafas!
Los recuerdos se me agolpan
como en la plaza de la Viña
los coches se amontonaban.
Como don Pepe o doña Ángeles
me contaban cosas banales
mientras tomaba el café
rabiando mis cuerdas bucales.
Mas no es hora de penas y añoranzas.
Alcemos las copas para desearnos suerte,
juerga, salud y abundancia.
Acabo compañeros de mi vida
que me hace un nudo la garganta.


SILOGISMOS EN CLAVE POÉTICA

IDEAS obtusas
Alejamientos extraños,
Negrura en el alma.
NORMALIDAD en la mente
Alegría en la cara,
Salud en el alma.
BARCO sin rumbo
Noches sin freno,
Ruina cantada.,
AFANES sin tregua
Sin sosiego en el alma,
Avaricia clara.
IGNORA las virtudes ajenas
Glosa las variantes del yo,
Egolatría en las venas.
RÍE si tu lloras
No descansa su alma,
Envidia en las entrañas.
NO hay olvido en la distancia
siempre permanece atento,
es sincera amistad.
SUSPIRA como el día primero
Salta todos los obstáculos,
Es amor verdadero.
SE quedan los árboles sin sombra
Cruje el viento en tu ventana,
El invierno llegará mañana.
DISCURRE cantarina el agua
A su paso florece la naturaleza entera,
Vuelve la eterna primavera.


ÉL NO ESTÁ DE NUESTRO LADO

11-M
EN el mar que azota impetuoso
el siniestro rumor de nuestros días,
no es preciso inventarse fantasías
para verse engañado, enredado,
en un laberinto de espejos oscuros
en la sima de un mar temible y encrespado,
cuyas olas se pueblan de erizos.
Raros presagios deambulan la noche
amargan las vísperas
como agríos tañidos de campanas
rozando los tímpanos de oídos sordos.
¡Ah, de aquellos tiempos inocentes y felices!
sin presagios azorados ni turbios latidos
que violaran las tardes apacibles
junto a un océano tibio y remansado.
Ya los pardos nubarrones agazapados,
esperan el momento clandestino
para truncar de cuajo vidas e ilusiones
y semabrar de minas el camino.
Pasamos de incógnito, perplejos,
ante el altar labrado de un dios ciego y mudo
donde acecha el mal entre las flores.
¡Quién dijera! tras el tortuoso camino andado,
entre himnos, cánticos y honores
que Dios no había de estar de nuestro lado.


MARKENS ISLAND

UNA mancha parda y ovalada
en el azul borroso, y el silencio
de los mares del Norte
se alejaba del puerto esa mañana.
Era un barco viejo, como de piratas
que zarpaba hacia una isla lejana.
Olas indómitas bailaban el barco
bajo un cielo gris de plomo escarchado.
Un paraíso colgado en medio del mar
se adivinaba en cada golpe de ola
que laminaba el casco del viejo Pirata.
La isla de Markens se divisaba a lo lejos,
una frágil estera desplegada en el agua
de contornos difusos, deshilachados,
mecida entre nieblas y brumas
de una débil aurora que improntaba el alba.
No bajó su pendón ni estandarte el Pirata,
sino la pasarela metálica que nos engarzaba
a la playa desierta de una estrecha ensenada.
Nos saludaba una alfombra bordada
de espinas y rosas de infinitos colores,
magnolias, ciclamas, gladiolos, geranios,
azaleas, arrayanes, jacintos y tulipanes
irisaban complacidos
a la tibia luz de la hija de la mañana.
La isla parecía una barca
abandonada en la playa,
la cruzaban y entrecruzaban
canales, molinos y vientos,
interminables senderos de un húmedo verde,
románticas alamedas
que se alargaban hasta perderse,
hileras inabarcables de espigados chopos
se daban la mano enlazando sus ramas
que los plateados rayos de la aurora
se afanaban en romper
para darnos en la frente
el palpitante beso de la mañana.
Al fondo, entre las copas verdes,
dos torres oscuras nos vigilaban
de una iglesia rocosa y enjuta
que adornaba aquel bosque
como una casa encantada.
Abrió la ancha puerta
una anciana isleña, adornada
con el traje atávico de la tierra profunda.
Era una iglesia fría, desangelada
de hornacinas deshabitadas
ni imágenes misteriosas que las llenaran.
En sus desnudas paredes, rosados mármoles
recordaban los nombres
de mártires caídos por la causa
en tierras de misión irredentas,
al fondo una cruz desmayada
abrazaba la dolida estancia.
Salí a respirar
el aire perfumado de las flores
por las largas alamedas
que llevaban al mar,
bandadas de gaviotas piaban
levantando el vuelo sobre mi cabeza.
Me sorprendió
una fila de casitas blancas y frágiles
que tocaban el agua,
batidas sin tregua por el viento.
Entré en una casa abandonada
con chimenea en el escritorio
y raídos visillos de encaje en las ventanas.
Allí comencé a soñar
con aquellos paseos solitarios y verdes
de densas arboledas y emboscadas
que cerraban el paso
a la luz incierta de la tarde.
Aromas infinitos de fl ores olvidadas
que exhalaban suspiros profundos
de la naturaleza
bajo un cielo morado que se iba apagando.
¿Era ficción o realidad?
vi, tras los velados cristales
que regresaban de viajes interminables
a los confines de la tierra,
montañas de olas misteriosas
que enloquecidas, llamaban a la puerta.

ODA A ESPAÑA

¿QUÉ has hecho tú España
para que no te quieran?
¡Que ingratos son tus hijos
que ardientes tus brazos
que anchas tus riberas!


E S P A Ñ A
A TI hablo mi querida España
con los brazos abiertos sin poder abarcarte
con el corazón inquieto por tanta infamia
con los ojos inermes ante tanta hermosura
por tanta bravura
que los dioses sobre ti derramaran.
¿No eres tú la mas hermosa, la mas noble,
la mas gallarda?
no es tuyo el limpio sol de la mañana?
el más claro, el más ardiente,
el que madura los frutos mejores
y corona de oro en la tarde
de tus montañas, la altiva frente?.
¿No eres el inmenso parque
donde anidan felices los pájaros
que me hacen soñar y me cantan
y la belleza dormida del estanque pálido
escondido en la fronda
donde se refleja tu preciosa cara?
o los enramados pinos con sus húmedas sombras
los frondosos arbustos, las perfumadas encinas
que verdean en la colina dorada?.
¿No tienes tú los inmensos trigales
que alfombran la espléndida Castilla
donde cabalga el Quijote derribando Molinos
atrevidos fantasmas que rompen
la inmensa llanura de la meseta parda?
También eres tú la estepa solitaria
donde agonizan los secos matorrales
esperando el preciado tesoro del agua
que algunos le niegan con increíble saña.
También es tuya la mano siniestra
que prende con fuego tus verdes pinares
sembrando de muerte la tierra que le amamanta.
¿No has plantado tú las erguidas torres
que se divisan en lontananza
marcando el rumbo al viajero
con el tañido de sus campanas y su espadaña?
¿No son de tu alma
las febriles noches de Teresa
que transida de amor, “muere porque no muere”
y derrama los apasionados versos
en las llagas sangrantes
de escuálidos Crucificados?
¿No son de tu sangre los grandes poetas
las inmortales coplas Manriqueñas
los Cantares de Gesta
que glosaron las más nobles hazañas?
¿No pariste tú los intrépidos hijos
los más valientes que surcaron los mares
que mostraron al mundo, en nombre de España
los tesoros ocultos de la tierra ignorada?
¿No es tuya la más grande aventura jamás soñada?
¿No eres tú una inmensa fiesta
no te hierve la sangre en las venas
y te inundas de amor en las noches de gozo?
¿no es tuyo el rojo clavel y la temprana rosa
y la bravura de tu piel de toro
y el amor duende de la campechana moza
y el mozo rondón en noches de fábula?
Pero también es tuya la infinita tristeza,
la cobardía y la traición
son el reverso de tu hermosa cara
porque son tuyos los mal nacidos hijos
que te afligen y atacan, porque no te aman.
Mas es tuya por siempre la luz, la fe,
la esperanza del color de las olas
que brillan en tus anchos mares.
Será siempre tuya la llama de amor
que arde en tus entrañas, que da vida,
¡mi adorada España!
Hija fecunda de la diosa Tierra
madre de pueblos y de razas,
la más amada y añorada Arcadia.
¡Es tan hermosa, para qué cambiarla!

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Este libro forma parte con el número 60, de la colección de obras publicadas por la Asociación de Poetas y Escritores del Casino de Murcia.

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